Mucho se ha dicho sobre el agujero económico que dejará el Covid-19, pero ¿cómo afectará a los bolsillos de los vascos? La Fundación Civismo, un ‘think tank’ que cada año calcula cuántos días dedica cada contribuyente a ‘trabajar’ para Hacienda y cuántos para sí mismo, marca este domingo, 28 de junio, como el ‘Día de la Liberación Fiscal’. Este año y en 2019, los vascos han dedicado 180 días de sueldo a pagar sus impuestos. Sin embargo, tras la pandemia tendrán que trabajar cinco días más para Hacienda, según las estimaciones de Civismo.
Para llevar a cabo este cálculo se han tenido en cuenta las previsiones de la Comisión Europea, que sitúa la deuda española cerca de un 115% del PIB, lo que supondría un repunte de 112.580 millones de euros. De ser así, el coste fiscal podría ampliarse en 17.326 millones de euros, lo que equivaldría a 365,52 euros más en impuestos por habitante al año o, lo que es lo mismo, cinco jornadas laborales más.
Dos días más que la media
Los vascos han dedicado este año dos días más que la media de España a pagar sus impuestos. Por tipo de gravámenes, las cotizaciones sociales suponen 103 jornadas laborales, el grueso de los impuestos vascos. El pago del IRPF requiere del salario de 34 días, el IVA, de 25; los Impuestos Especiales, de 11; y los de Patrimonio, Sucesiones y Matriculación, de otros 5.
El estudio se refiere al IRPF y a las cotizaciones como ‘cuña fiscal’ –término que hace referencia a la cantidad en la que se ve reducido el salario de los trabajadores–. En este aspecto, la edad es un factor determinante. De cada 100 euros que paga el empresario en coste laboral, los empleados de entre 16 y 29 años reciben 64,03 euros. Una cantidad que se reduce más en los ocupados de entre 30 y 44 años, que apenas cobran 62,41 euros, y de aquellos entre 45 y 64 años, que solo reciben 61,58 euros.
El incremento del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) en 2019 ha provocado una mayor ‘cuña fiscal’ para la población joven. Ello repercute en un aumento discreto del salario, en 564,29 euros anuales, lo que implica dejar de percibir más de la mitad de la reducción por rendimientos del trabajo y que la subida del IRPF termine siendo más elevada que la del sueldo (736,54 euros).
Los «complementos salariales», como los ERTE, plantean la misma problemática. Muchos de sus beneficiarios se verán obligados a declarar el IRPF en 2021 por tener dos pagadores, aunque no lleguen al mínimo de ingresos obligatorio, lo que aumentará su presión fiscal.