Nadie, en un país avanzado, duda de la importancia y la eficacia de los impuestos. Desde que nacemos nos beneficiamos de ellos a través, primero, de la Seguridad Social, luego, de la Educación y, a lo largo de la vida, experimentamos, en numerosas ocasiones, los beneficios de este tipo de contribución solidaria para disponer de unas estructuras socio políticas y económicas de calidad o modernas infraestructuras, entre otros muchos aspectos.
Sin embargo, existe un debate en la sociedad sobre si es justo el sistema actual, si los que más tienen debieran pagar más o si se tendría que ayudar, en mayor medida, a las clases más desfavorecidas.
Desde la plataforma Think Tank Civismo por la Libertad y la Sociedad Civil, su presidente, Julio Pomés, considera que «nada es gratis y que el peso de los impuestos sobre nuestros bolsillos es considerable, por lo que debemos hacernos más exigentes con el uso del dinero público».
En este sentido, Civismo ha promovido el estudio del Día de la Liberación Fiscal para conocer cuantos impuestos pagamos a lo largo de la vida, como cambia la carga tributaria según la edad, que esfuerzo hacen las familias para cumplir con Hacienda o como se compara con lo que tributan el resto de economías desarrolladas.
El punto de partida se fundamenta en las cotizaciones sociales y en el IRPF. Dentro de estos parámetros, Civismo se refiere al concepto de cuña fiscal para calcular el peso real que los españoles aportan al Estado por las rentas del trabajo. Así, se refieren al Día de la Liberación Fiscal en el que sostienen que un declarante medio en 2016 contribuye con 186 días de su salario para cumplir con el fisco. Las aportaciones sociales suponen 102 días, el IRPF 37 jornadas, el IVA 25 y tasas especiales otros 16. Es decir, más de seis meses de su esfuerzo laboral es para Hacienda. El año de mayor sacrificio tributario fue 2007 cuando se apuntaron 193 días. La tendencia se rompió en 2015 y 2016 por la rebaja fiscal aplicada por el Gobierno.
Por comunidades, Ceuta y Melilla son las que más ventajas tienen al concluir sus asalariados el 24 de junio, frente a Cataluña que es la más exigente al llegar al cuatro de julio. Madrid está en la media del 29 de junio.
Si se analizan las rentas más altas, las que superan los 150.000 euros brutos anuales, la cuña fiscal es del 48,25% en las regiones de régimen común y suben al 50,43% en el País Vasco y 53,11% en Navarra, por lo que el tramo del Día de la Liberación Fiscal llega, de media, el 8 de julio.
Y si lo que calculamos es toda la vida laboral y se parte de una persona que se da de alta con 16 años, tiene un hijo y se jubila a los 65 años encontramos que la cantidad que tributa es de 456.570,78 euros hasta el día de su jubilación. A partir de su retiro empezará a cobrar una pensión y, si estimamos una esperanza media de vida hasta los 83 años con una paga de 968 euros que le supondrán unos ingresos de 243.961,05 euros brutos durante 18 años, entonces tendremos una contribución impositiva de 128.655,25 euros más.
En este contexto, considerando primero la vida laboral y después la de jubilado, encontramos que a lo largo de toda una vida los impuestos suman 585.226,03 euros y las retenciones un total de 882.905,23 euros.
De esta forma, la aportación íntegra de una persona, sumando el pago de sus rentas brutas totales de su vida laboral, más lo cotizado durante su pensión de retiro suma 1.468.131,26 euros, lo que significa un esfuerzo tributario medio del 37,3% durante su ciclo profesional y después comprende una imposición del 52,74% durante el periplo de su jubilació.
Abrumadora. La conclusión resulta abrumadora, al constatar que, desde que entra en el mercado laboral hasta que fallece, el contribuyente medio habrá abonado 27 años de sus ingresos a pagar impuestos a la Agencia Tributaria.
De esta forma, partiendo de una incorporación en el mercado con 16 años, su Año de Liberación Fiscal no se alcanza hasta los 43 años, punto a partir del cual dejará de entregar cada euro que gana a Hacienda y empieza a retener dinero para sí mismo, teniendo en cuenta que el cálculo asume la carga fiscal de forma constante en el tiempo. Es imposible saber cuáles van a ser los gravámenes futuros, pero la tendencia hacia una fiscalidad más alta invita a pensar que el esfuerzo del contribuyente no se reducirá, sino que, probablemente, se incrementará.
El jefe de estrategia de Civismo, Daniel Lacalle sostiene que los países que han mantenido impuestos bajos o los que los han reducido han salido antes de la crisis. Por eso, asegura, que «para consolidar la recuperación económica es fundamental seguir apostando por reducir el esfuerzo fiscal que asumen a día de hoy los españoles».
En este sentido, Daniel Sánchez de la Cruz, cree que «el marco impositivo del país ha mejorado levemente entre 2014 y 2016, pero los impuestos siguen siendo demasiado altos y la amenaza de un Gobierno populista plantea un camino a peor».
27 años pagando impuestos – La Tribuna de Talavera
5 de junio de 2016
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