El año no ha empezado bien para los mercados financieros. De hecho, es su peor comienzo en décadas. Hay que remontarse a 1928 para encontrar, en los primeros días del año, caídas tan pronunciadas en el Standard & Poors 500. En Europa, hay valores que acumulan descensos superiores al 20% y sectores, como el bancario, que han sido muy castigados por el deterioro de algunos de sus y sus futuras necesidades de capital. La pregunta que se hacen muchos inversores es: ¿Por qué? ¿Qué es lo que ha pasado? Básicamente, puede haber tres explicaciones relacionadas con la macroeconomía, y otras tres que se refieren al funcionamiento de los mercados financieros y, más concretamente, a los aspectos técnicos de la Bolsa.
Las explicaciones de la macroeconomía.
En primer lugar, los problemas derivados de las dudas sobre la futura evolución de la economía china. Sin embargo, los argumentos que sostienen este clima de incertidumbre son más bien débiles: sería impensable que una economía tan grande pudiera crecer a tasas del 9% durante siglos. Por tanto, su ralentización hay que buscarla en el proceso de trasformación natural que atraviesa, igual que la que experimentó la mayoría de las economías desarrolladas. Por poner un ejemplo, Reino Unido, gracias a la Primera Revolución Industrial y a su mayor apertura al exterior, multiplicó por dos el tamaño de su economía en tan sólo 32 años, entre 1830 y 1862. En España, dicho fenómeno de fuerte crecimiento, lo que los economistas denominan efecto “catch up”, se produjo primero en los años 60, tras la aprobación del Plan de Estabilización Económica. Se repitió en 1986, con la entrada en la Comunidad Económica Europea, y por último, a partir de 1999, con la incorporación a la zona euro.
En segundo lugar, otra de las explicaciones macroeconómicas es la fuerte caída del precio del petróleo, que aunque, efectivamente, tiene un impacto negativo en las economías exportadoras de materias primas, no afecta de la misma manera a los países industrializados: en Europa, beneficia el consumo y los costes de las empresas. Así pues, las hipótesis que se están publicando sobre el bajo precio del crudo y sus efectos sobre el crecimiento económico o las bolsas son erróneas. Hoy, el sector energético representa menos del 8% del S&P 500 y tan solo un 11,6% del mercado de High Yield. Por consiguiente, establecer una relación estrecha entre ambos factores no tiene una correspondencia en la realidad y por eso las Bolsas están comenzando a subir.
En cuanto al tercer argumento, a saber, la frágil situación del sector bancario provocada por las mayores necesidades de capital (exigidas por Basilea 3) y el deterioro de su capacidad crediticia, tampoco se corrobora con los datos. En 2015, el ratio de capital de la banca europea se situaba en el 12,5%, sólo 3,5 puntos porcentuales más que al inicio de la crisis, en 2009. Es cierto que un sector tan pro cíclico como el bancario no exhibe su mejor desempeño en un escenario económico de desaceleración o recesión, pero de ahí a comparar la situación de la mayor entidad financiera alemana (Deutsche Bank) con el caso de Lehman Brothers es algo exagerado. Tema diferente puede ser la resolución del problema bancario en Italia. Aunque los inversores finales tienen en sus carteras más de 200 mil millones de euros en bonos, parece muy probable que se esté próximo a un acuerdo entre Bruselas y Roma. La combinación de la fragilidad de la recuperación económica en Europa, del papel que juega el sistema bancario en la economía y de la política del BCE asegura la solución de este problema.
Las explicaciones técnicas
Respecto al otro tipo de razones, se podría aludir a varios factores que explican por qué se producen muchas ventas de acciones y bonos corporativos y, en cambio, hay pocas compras.
En primer lugar, se debe a los problemas de liquidez en el mercado, que básicamente se derivan del desapalancamiento de las entidades financieras por la nueva y extensa regulación sobre el capital. Los bancos están vendiendo activos para obtener liquidez y reducir su deuda. De esta manera, aumenta su porcentaje de recursos propios y pueden cumplir con las exigencias de Basilea 3. La consecuencia es una mayor oferta de títulos en el mercado.
En segundo lugar, se explica por las fuertes ventas de parte de la cartera de los fondos soberanos de los países productores de materias primas. Necesitan hacer caja para compensar las caídas de los ingresos procedentes de las ventas del petróleo. Como, desde hace unas semanas, el precio del petróleo vuelve a subir también el mercado de acciones comienza a recuperarse.
El incremento de la oferta de títulos, con pocos intermediarios dispuestos a comprar, generó una fuerte volatilidad en el precio de los activos. Además, en caso de tener que vender una parte de la cartera, la renta variable ha sido la primera opción, independientemente de sus valoraciones. En este sentido, el auge de la gestión pasiva implica que el capital no se asigna a los proyectos con mejores expectativas de rentabilidad, sino en función del tamaño de las corporaciones. Lo que desgraciadamente podría terminar por pasar factura a la productividad de la economía.
El efecto manada
Por último, hay otra explicación compatible con las anteriores que tiene que ver con la psicología. Es muy posible que la mayoría de los inversores estén dando mayor importancia a la intuición o al instinto que a la lógica o el análisis. En consecuencia, es muy probable que hayan incurrido en algún sesgo del que han comenzado a darse cuenta y por eso las Bolsas están corrigiendo al alza. Por ejemplo, concedieron demasiada importancia al descenso del precio del petróleo y a las fuertes caídas en los mercados. Se puede atribuir, en parte, a la gran cantidad de información negativa que de forma recurrente apareció en los medios de comunicación. Es curiosa la desproporción entre la cantidad de noticias negativas que vienen apareciendo sobre China y las pocas sobre la economía de India, cuyas tasas de crecimiento superarán el 7% en los próximos años. No es de extrañar que la abundancia de comentarios sobre lo mal que van las cosas, haya provocado un deterioro de las cotizaciones. Lo cual, pasado el tiempo, está siendo una magnífica oportunidad para todos aquellos que inviertan a largo plazo en buenas empresas y a precios atractivos.
En resumen, independientemente de cuál sea la respuesta más acertada para explicar el porqué de la situación actual, es muy probable que, en un momento de cambio estructural en la economía mundial, los movimientos tectónicos que se están produciendo generen inquietud y reacciones perversas. Ocho años después del inicio de la mayor crisis económica y financiera desde la Segunda Guerra Mundial, la incertidumbre sobre la recuperación, el tsunami de regulación que afronta el sector financiero y la volatilidad en el precio de los activos no son sino efectos colaterales del reajuste de una economía cada vez más globalizada.
Las predicciones de los mercados a menudo fallan. Como señaló Paul Samuelson, Premio Nobel de economía, el mercado de valores ha previsto nueve de las cinco últimas recesiones. Sin duda, la economía muestra algunas grietas pero eso no significa que se vaya a romper. Conservar la calma, invertir a largo plazo, comprar barato y no dejarse llevar por el mercado siguen siendo principios básicos e inmutables que ningún inversor debería olvidar.