Que Standard and Poor’s haya revisado al alza la calificación de la deuda española es una gran noticia.
Según la agencia, la economía española tendrá un crecimiento nominal cercano al 4% los próximos años –un 2,7% anual real–, y resalta la mejora de la competitividad, la eficacia de las reformas y el éxito del modelo exportador.
La importancia de la calificación es doble.
Por un lado, una agencia que no tuvo reparos en rebajar la calificación cuando veía dificultades, cambia su opinión. Esa decisión nunca se hace a la ligera. Las agencias suelen criticarse por haber sido demasiado optimistas o diplomáticas en el pasado, con razón, y por ello cuando rebajan su nota a un país suelen necesitar evidencias muy claras para cambiar esa opinión. Que lo hayan hecho con España y no con otros países de nuestro entorno muestra que las reformas y los resultados han sido muy superiores a lo que estimaban. Yo he tenido la suerte de conocer a muchos analistas de riesgo soberano en agencias de calificación, tanto en Standard and Poor’s como en Moody’s o Fitch, y en los últimos tres años han tenido que mejorar sus expectativas sobre España hasta duplicarlas y triplicarlas en algunos casos, como el consumo minorista y la creación de empleo. Por otro lado, una mejora de calificación hace que muchos grandes fondos internacionales puedan invertir en bonos españoles –no solo soberanos– y crea un efecto positivo en la financiación y su coste no solo de los bonos del Tesoro, sino de las empresas que acceden a los mercados de Renta Fija. Con la calificación que teníamos anteriormente muchos de los mayores fondos del mundo, y he trabajado en dos, simplemente no podían comprar bonos españoles.
Criticar a las agencias de calificación de cambiar la nota por cuestiones electoralistas es casi infantil. No olvidemos que las rebajas anteriores se hicieron con este Gobierno también y aunque hubiese elecciones europeas o municipales.
Merece la pena resaltar los riesgos que pueden hacer que perdamos esa nota. Un cambio político que revierta las reformas y vuelva a un modelo endeudado, deficitario y rígido, es el más grave y nos afecta a todos. Volver a tirar de la chequera en blanco y los cantos de sirena de «incentivar la demanda interna» tirando de déficit. Son riesgos incuestionables y con impacto real en el bienestar de todos. No debemos olvidarlos.