Una economía que crece al 6,8% no es una en la que el gobierno se vea forzado a bajar tipos de interés, devaluar e inyectar miles de millones de dólares en la bolsa. El hecho de que las exportaciones chinas hayan caído más de lo esperado muestra el nivel de saturación de una economía que, aumentando la masa monetaria más de un 12% anual, ha alcanzado niveles de deuda excesivos y sobrecapacidad industrial del 30%. Si China crece por debajo de las expectativas, la Unión Europea lleva años en estancamiento. Y entre los dos suman más del 40% del comercio global.
El impacto sobre las economías globales es doble. Por un lado, tras más de una década de inversiones realizadas para satisfacer la demanda de una China en crecimiento perenne, se da una evidente sobrecapacidad industrial y exceso de oferta en la mayoría de materias primas. No es de extrañar que ante la ralentización china y un crecimiento del resto del mundo muy frágil, el carbón, cobre, mineral de hierro, petróleo o gas se encuentren a niveles de precio de 2008. Por otro lado, la búsqueda de la mayor parte de los países de mejorar su posición global devaluando y exportando bienes de bajo valor añadido tiene un impacto deflacionista en todos los sectores que ningún banco central va a poder solucionar imprimiendo dinero.
Tampoco se puede acudir a «incentivar la demanda interna» ya que ésa ha sido la política que ha llevado al exceso de endeudamiento y pobre crecimiento de Europa, Brasil o Japón.
Un crecimiento del comercio global del 3% –menos de la mitad de la media histórica– puede suponer un problema recesivo para los países emergentes. Se juntan tres factores peligrosos, una inflación alta por las políticas del pasado, estancamiento o recesión económica y pérdida acelerada de reservas de moneda en sus bancos centrales. La parada en seco.
Ante un escenario como éste, España ha salido beneficiada ya que exporta más y ganando cuota de mercado global, mientras que sus importaciones se reducen de manera relevante. Por ello la contribución del sector exterior al PIB será positiva en 2015 y 2016.
Pero debemos prestar atención. Francia, nuestro principal socio comercial, sigue en estancamiento, y debemos profundizar en exportar valor añadido. Porque la batalla de los demás va a buscar «tirar los precios». Y ésa es una guerra que siempre se pierde.