Como venimos observando a lo largo de estos primeros compases del año, la economía española, en lo que a su recuperación se refiere, se encuentra inmersa en un escenario de excepcional incertidumbre. Las perspectivas que arrojan los principales organismos multilaterales muestran una moderada mejoría, con reajustes al alza en casi todas las economías de la Unión Europea. Por su parte, España parece que vuelve a descolgarse de una recuperación que podría postergarse en relación con la que prevén experimentar otras economías homólogas.
Esto mismo que comentamos lo anunciaba el Banco de España, en una valoración previa del inicio del año. El organismo, tras la publicación de indicadores como el adelantado de la OCDE, o tras conocer los riesgos que comunicaba el propio Fondo Monetario Internacional (FMI), añadía que, además de ser la economía más dañada del bloque comunitario por la incidencia de la pandemia en nuestro país, la recuperación, atendiendo a los ritmos y la escasa intensidad con la que ha empezado el año, vuelve a ralentizarse notablemente.
Estos riesgos de los que avisaba el FMI -y que en nuestra economía se acentúan- vuelven a amenazar con una recuperación más tardía, que en crisis anteriores nos llevó a recuperarnos casi 6 años más tarde que otras economías. Y es que, pese a la mejora que hace el FMI en las perspectivas, incluso, para las de la economía española, la recuperación no está exenta de riesgos.
En este sentido, existen determinados condicionantes que, de no comportarse como se prevén, podrían provocar desviaciones muy desagradables en muchos países. Dicho esto, debemos saber que el FMI, avisó de que la solidez de la recuperación varía considerablemente entre países, en función de los ritmos de vacunación, la eficacia del apoyo de las políticas o las características estructurales de cada economía al inicio de la crisis.
Atendiendo a estos condicionantes, lo que se observa es que España comienza a retrasar sus plazos de vacunación, a la vez que siguen aplicadas unas medidas restrictivas que dañan considerablemente la economía. Por otro lado, en lo que se refiere al apoyo ofrecido por nuestro país, con la llegada de los fondos europeos pretende aplicar una respuesta fiscal de aproximadamente el 4% de nuestro PIB.
Teniendo en cuenta este retraso, así como que la respuesta aplicada es inferior a la de otros países, con una 6% de media, podemos comprender esta situación, a la que se añade el punto de partida de la economía española. En este sentido, me estoy refiriendo a una situación que preocupa bastante más que las anteriores. Y digo que preocupa más, por el hecho de que sin empleo y sin empresas, recuperarnos de esta situación es una tarea muy, pero que muy compleja.
Tejido productivo
En lo que respecta al tejido productivo en nuestro país, hablamos de un tejido empresarial mayoritariamente representado en un 99,9% por pymes, por lo que constituye de un tejido muy vulnerable. La paralización de la actividad económica en el país, en aras de contener el virus, y con las consecuencias que esto tuvo para las empresas y, más importante aún, para los empresarios, ha acabado derivando en una situación en la que, como muestra el Banco de España, más del 35% de las empresas en el país se encuentra en situación de quiebra.
Además, si este análisis lo hacemos con los últimos datos que ofrece la entidad central, desagregado por sectores se observa que, en sectores como el de la hostelería, este volumen asciende hasta situarse en el 68%. En este sentido, lo que muestra este análisis es que cerca de dos tercios de las empresas hosteleras se encuentran en situación de echar el cierre cuando esta situación pase.
Pero no hablamos de la hostelería únicamente, pues el análisis sectorial arroja que en el caso de la venta de vehículos a motor, el 56% de las empresas vive una situación similar. Una situación que, de la misma forma, viven otros sectores como el transporte, aquellos derivados del turismo, o, incluso, el propio almacenamiento.
Todo ello, dejándonos una situación en la que el 37% de las empresas en el país, de acuerdo con el Banco de España, se encuentran en una situación muy debilitada, pudiendo no salir de esta si no llegan ayudas directas, y la pandemia se sigue extendiendo. Con estos datos en la mano, y teniendo en cuenta que hablamos de un país en el que contamos con la mayor tasa de paro juvenil de la Unión Europea (41%), así como una de las mayores tasas de paro estructural (16%), la situación es preocupante.
Y es que todavía tenemos mucho empleo supeditado a medidas de soporte por la pandemia, pues, teniendo en cuenta los ERTE y ceses de actividad, hablamos de una tasa de paro efectiva del 28%. Ante estos números, y de querer recuperarnos al ritmo que lo hacen las economías líderes, debemos comenzar a dar ayudas a las empresas viables, pues no hay ERTE que salve a los hosteleros de un cierre inminente, con la consecuente destrucción de empleo que ello conllevaría.