El Banco de España es una de las pocas instituciones independientes en el actual arco público español. Y, muy a pesar del gobierno de Sánchez, entre sus competencias el artículo 7.4 f) de la Ley de Autonomía de la entidad financiera le confiere la de “elaborar y publicar estadísticas relacionadas con sus funciones”. Por lo que a nadie debe extrañarle que en cada informe se reflejen las luces y sombras de la recuperación económica española.
El Gobernador de la entidad presentó esta semana el Informe advirtiendo como un riesgo para la economía española los evidentes cuellos de botella que se aprecian en el sector turístico, que tanto ha contribuido a la recuperación del PIB. Se advierte también que la guerra en Ucrania debería provocar tímidas consecuencias, a tenor de los reducidos flujos bilaterales entre ambos países.
Y especial preocupación se muestra por el elevado desequilibrio de las cuentas públicas, a pesar de la reducción del déficit, gracias a la lógica contención del gasto público, una vez superados los peores momentos de la pandemia.
El lento y desigual ritmo de creación de empleo, la espiral inflacionista, la subida de costes de los inputs y el endurecimiento de las condiciones financieras, siembran notables dudas sobre la recuperación económica.
Como no puede ser de otro modo, las proyecciones económicas se corrigen. Y mientras el Informe del mes de abril, situaba el crecimiento del PIB en un 4,5% y el promedio anual de inflación en el 7,5%, otros gabinetes como BBVA research revisa a la baja la creación de riqueza, cifrándola en el 4,1% para 2022 y 3,3% en 2023. Con un crecimiento económico frenado, una inflación descontrolada y unas expectativas empresariales muy mermadas, el escenario de recaudación impositiva no parece ser la solución.
Y es que en el análisis de las Cuentas Públicas se indica que el gasto en educación e inversión pública –imprescindibles para reducir la desigualdad- tienen un peso menor que en el resto de la Unión Europea. Frente a lo que cualquier contribuyente se pregunta (en plena campaña de Renta), en qué gasta el Gobierno los impuestos que detrae con tanto énfasis.
De hecho, entre las recomendaciones el Banco de España sugiere la necesidad de hacer una revisión integral del sistema tributario español, de manera que se valore si las distintas figuras impositivas alcanzan sus objetivos de la forma más eficaz posible. Como es obvio, se recomienda una recomposición de la cesta tributaria, replanteando la efectividad del gasto fiscal asociado a los beneficios establecidos en la tributación sobre el consumo. En una clarísima alusión a la ineficacia de las recientes medidas adoptadas sobre la tributación de hidrocarburos.
Las recomendaciones fiscales deberían ser de inmediata aplicación, pues se plantea la necesidad de reducir la complejidad del marco fiscal vigente, la mejora del cumplimiento, el fomento de un comportamiento anticíclico de la política fiscal, así como una adecuación de las nuevas necesidades de inversión vinculadas a las transiciones verde y digital.
El Informe alerta, e incluso alarma, sobre el sistema de pensiones ante el envejecimiento de la población. Para lo que sugiere el establecimiento de unos canales –públicos y privados- en los que se compartan los riesgos, de manera que se cree un sistema de seguro de desempleo europeo y se establezca un índice de capacidad fiscal central. Se sugiere terminar de manera ágil con la unión bancaria y se alienta a la unión de los mercados de capitales
En definitiva, el Informe Anual del Banco de España presenta un futuro económico incierto para la economía española, en el que las reformas estructurales no pueden esperar, entre las que la remodelación del sistema fiscal debe ir dirigida a una mayor eficiencia en la gestión del gasto público.