El volumen de deuda pública subió en febrero hasta los 987.945 millones de euros, el 96,5% del PIB, ocho décimas más que en el mes anterior, según datos publicados ayer por el Banco de España. El ritmo de crecimiento ha aminorado, pero sigue siendo elevado y podría desbordar las previsiones del Gobierno.
Las Administraciones han aumentado su deuda en 2,6 puntos desde el cierre de 2013, cuando los pronósticos del Ejecutivo en el cuadro macro de los Presupuestos Generales del Estado son que en todo el acumulado de 2014 suba en 5 puntos, para cerrar el año en el 98,9% del PIB. Este ascenso se ha debido, en gran parte, a la decisión del Gobierno de pagar en febrero la última parte de la tercera fase de plan de pago a los proveedores, que asciende a poco más de 8.000 millones.
Además, la subida del volumen genera también el riesgo de que aumente el coste total de la deuda, a pesar de que la financiación esté más barata que en Estados Unidos. Esto se debe a que los bonos que vencen a largo plazo (los emitidos en 2004 a 10 años) se renovarían a un interés muy similar, mientras que aumenta el stock total de deuda. El profesor del IESE Business School Javier Díaz-Giménez calcula que los costes financieros podrían alcanzar los 35.000 o 40.000 millones de euros este año.
Por otra parte, hay que tener en cuenta que en 2004 esa deuda se estaba diluyendo tanto en una inflación del 3% (lo que rebaja el valor real de la deuda) como en un crecimiento del 3,1% (que reduce su peso). Ahora, la inflación ni está ni se la espera, y el crecimiento podría ser entre una tercera parte y la mitad que la de entonces. En una economía como la japonesa o la italiana, esos costes no importan tanto, porque son pagos hacia los propios ciudadanos. En cambio, España pudo beneficiarse de un alto crecimiento gracias a la financiación exterior en la década del boom, pero ahora se resentirá al tener que devolverlo.
Al mismo tiempo, tampoco importan tanto los costes financieros como si esa deuda es rentable. La respuesta de Daniel Lacalle, gestor de fondos en el hedge fund Ecofin, es que hace años que no lo es, dado que se ha superado el umbral en el que endeudarse no genera una mayor actividad. “Ahora, nos endeudamos para pagar gastos corrientes, y eso conlleva más impuestos en el futuro y menos inversión”, explica.
El crecimiento es una de las principales preocupaciones de los economistas. La acumulación de deuda supone un riesgo por el efecto expulsión del sector privado (crowding out), dado que el Estado concentra la recepción de crédito. Es cierto que el volumen de crédito nuevo ha aumentado en los últimos meses, pero podría haber avanzado con más vigor y antes si el Estado no captara la mayor parte del crédito bancario. Además, la aportación de las cuentas de las Administraciones al endeudamiento del país ha provocado que ahora el pasivo del conjunto de la economía española sea todavía mayor que en el pico de la burbuja.
Este mix, entre una mayor deuda y un bajo crecimiento, no tiene una salida fácil. Para Díaz Jiménez se trata de “una senda explosiva que sólo puede llevar a la quiebra”, mientras que para Pedro Schwartz, profesor de la universidad San Pablo CEU, “acaba en bajo crecimiento o en una elevada inflación”. Además, el aumento de la masa monetaria para reducir la deuda tendría un coste más alto en términos inflacionarios dado que uno de cada dos dólares se usan fuera de EEUU, por lo que este país puede exportar inflación, pero Europa, no.
Finalmente, la deuda no se va a reducir a corto plazo, pero los tipos son muy volátiles, por lo que aumenta el riesgo sistémico. En los últimos meses se han reducido por el temor en los mercados emergentes y, si la situación vuelve a empeorar como en 2012, ahora habría que afrontarla con más deuda acumulada.
El dato coincide con la publicación de la cifra de deuda en Italia, que escaló al 135,1% del PIB en febrero. Por otra parte, el déficit de Francia no se reducirá al 3% del PIB hasta 2015, según dijo ayer el ministro francés de Finanzas, Michel Sapi.
Javier Díaz-Giménez: “El ajuste público es insuficiente”
Los datos de deuda muestran que “el ajuste del sector público es insuficiente, dado que llevamos cinco años consecutivos con un déficit entorno al 7% del PIB” sentencia Javier Díaz-Giménez, profesor del IESE. Por otra parte, “el déficit se puede medir de muchas formas, pero los datos de deuda demuestran que hubo maquillaje estadístico en diciembre”, añade.
Pedro Schwartz: “O bajo crecimiento o alta inflación”
Para el profesor de la universiad San Pablo Pablo CEU Pedro Schwartz, la acumulación de deuda sólo puede conducir a “una situación de bajo crecimiento o de alta inflación”. Además señala que existe una gran deuda latente: las promesas hechas en forma de pensiones o de planes de salud, que cada vez será más difícil de pagar con la caída de la población activa.
Daniel Lacalle: “La deuda ya no genera crecimiento”
Según el gestor del ‘hedge fund’ Ecofin, “la deuda ha superado el umbral de saturación, el punto en el que aumentarla sirve para generar crecimiento”. Además, señala que la mejora de la prima de riesgo no elimina la necesidad de hacer recortes y lo ejemplifica con el caso de Japón, “donde destinan el 22% de su Presupuesto a pagar intereses, aunque tengan un tipo del 0,6%”.