Juergen B. Donges, catedrático emérito de Ciencias Económicas de la Universidad de Colonia y expresidente del Consejo de Expertos Económicos de Alemania, cree que en la Eurozona no se están respetando ciertas normas por parte de algunos países: “Quien considere que las normas de la zona euro son demasiado rigurosas tiene la opción de marcharse”.
Cualquier país que no esté conforme con su situación “por mucho que la pertenencia al euro, en principio, sea irrevocable” debería dejar la Eurozona y así mantener la deseada soberanía sobre la política monetaria, fiscal y cambiaria.
Donges explica en la tribuna de la revista Expectativas que hoy “Grecia es un candidato para salir del euro porque no reúne las condiciones económicas e institucionales para permanecer cómodamente en el euro. Un ‘Grexit’ ordenado no tendría un efecto contagio a los demás países meridionales. Sin embargo, sí que contribuiría a fortalecer la arquitectura de gobernanza de la Eurozona. Su marcha convencería a Gobiernos renitentes a cambiar de posición y aceptar las reglas del juego”.
El BCE y sus políticas
Y es que Donges cree que la independencia del BCE respecto a los Gobiernos se ha roto con la crisis: “Los programas de rescate con fondos públicos vulneran la cláusula de no ‘bail-out’. El BCE, con política de compra masiva de bonos soberanos (‘quatitative easing’) financia indirectamente presupuestos estatales al reducir de forma artificial la prima de riesgo, lo cual tiene prohibido”.
Por otro lado, Donges cree que el BCE también “se excede en la provisión urgente de liquidez para los bancos griegos y socava así la eficacia de su propia supervisión bancaria. Diversos Gobiernos actúan como si los acuerdos europeos fueran una forma de ‘modus vivendi’ sin compromiso alguno ni limitaciones a la hora de engañar, provocar y chantajear a los socios con desfachatez”.
Donges cree que el euro está lejos de ser el proyecto inicial que firmara la paz definitiva en Europa, “es al contrario, una cuna de la discordia. Unos exigen, bajo el lema de la solidaridad europea, apoyos financieros incondicianados; otros consideran injusto tener que cargar con facturas ajenas. Las consecuencias son graves: por un lado, se demora el saneamiento de las economías maltrechas. Por otro, se siembra en las sociedades el euroescepticismo que da alas a movimientos populista. Al final podría producirse un descarrilamiento del Euro”.