Es bien conocido que los partidos políticos más populistas van a exigir a la Comisión Europea que permita un déficit mayor. En concreto, Podemos plantea que el margen fiscal ascienda a 26.300 millones de euros anuales. Su ‘irrenunciable’ demanda llevaría a que, a lo largo de toda esta legislatura, el descuadre superase los 100.000 millones de euros (apróximadamente un 10% del PIB). Hay políticos que piensan que no pasa nada por hacer más pesada la losa de la deuda; que lo importante es vivir mejor hoy y. ¡que siga la fiesta! Merecemos el mejor bienestar imaginable, aunque el gasto público sea insostenible. El problema es que, si no cumplimos con Europa, los alemanes ya no pagarán nuestras ‘orgías’.
Son demasiados los listos que han hecho del arte de vivir del prójimo una profesión respetable. Se trata de los mismos que exigen todos los derechos pero no quieren dar un palo el agua, concentrando su esfuerzo en pergeñar argucias que les reporten subvenciones. Y como la Agencia Tributaria hace muy poco ante tanto fraude, los gorrones crónicos van en aumento. Tiene toda la lógica del mundo ayudar a quien no puede hacer más por sacar su vida y la de su familia adelante, pero las anunciadas rentas básicas universales, otorgadas indiscriminadamente, provocan en última instancia que se apunte al ‘gratis total’ mucha gente que se podría ganar la vida con el sudor de su frente en lugar de con el de la ajena.
No podemos vivir nosotros mejor a costa de que las siguientes generaciones lo hagan peor. Si dividimos la deuda que había a finales de noviembre (1.098.604 millones de euros) entre los 46,7 millones de españoles, saldría que la herencia que recibiría cada niño recién nacido es un lastre de 23.642 euros, cantidad que inevitablemente se irá incrementando cada año. Y si, además, se tiene en cuenta que la hucha de las pensiones se agotará con dos pagas extras más, el futuro resulta incierto para quien no haya ahorrado.
Si nos centramos en la deuda autonómica, se aprecia que la situación es muy distinta porque hay buenos y malos gestores en las regiones, lo que se traduce en que el pasivo por trabajador activo (los que básicamente generan recursos) y habitante son muy diferentes, tal y como demuestran las cifras. Así, mientras la deuda autonómica que le toca a cada catalán que trabaja es de 19.781 euros, la del valenciano es de 17.694. A esas cantidades habría que añadir otros 11.685 euros de la deuda de la Administración central del Estado, con lo que esas cifras alcanzan los 31.466 y los 29.381 respectivamente. Pero, ¿acaso han pensado esos políticos derrochadores en sus nietos?
La menor deuda per cápita la ostenta Canarias, cuyo análisis es complejo por su especial régimen insular. Luego vienen Extremadura y Andalucía, regiones con una renta per cápita muy baja, pero también con deudas per cápita más reducidas aunque su ratio de pasivo según PIB se acerca a la media nacional. Y quiero acabar recordando que esas deudas habrían sido mucho menores si nuestros políticos, de todos los partidos, fueran menos populistas en el gasto, y facilitaran la inversión realmente productiva: la que genera riqueza, empleo… y tributos para reducir la deuda.