El Banco de España firmaba este viernes un informe que analiza aspectos muy significativos de nuestra economía, como el elevado volumen de deuda que podría presentar el país tras la crisis. Un volumen de deuda que podría situarse por encima del 130% del PIB. De hecho, atendiendo a los datos de junio, y debido a la paralización de la actividad económica y la drástica caída del PIB en más de un 18%, la deuda durante el mes pasado ya superó dicho umbral. Sin embargo, lo que analiza el Banco de España, en base a las previsiones de los organismos, es una perpetuación de dicha deuda en el tiempo. De tal forma que, cuando la crisis se disipe, el endeudamiento de la economía española sea, junto al de Italia, el más elevado de Europa.
Atendiendo a los principales estudios en materia de deuda, contar con una economía endeudada no ayuda a la economía española a recuperarse. Si algo provoca un elevado endeudamiento, además de una recuperación de la economía más tardía -como ya nos tiene acostumbrados la economía española-, es el hecho de que, ante la incapacidad de poder aplicar políticas de estímulo por el escaso fondo de maniobra, la contracción en dichas economías se ve agravada en contraste con otras economías menos endeudadas. Además, tal y como cita el Fondo Monetario Internacional en uno de sus informes sobre la sostenibilidad de la deuda, además de poder aplicar pocas medidas contracíclicas, el exceso de deuda también provoca que éstos estímulos tengan un menor impacto en las economías llegando incluso a marcar un efecto nulo.
Según un informe publicado por el Fondo Monetario Internacional, los países que presentan un mayor nivel de endeudamiento público crecen menos a largo plazo. Especialmente en aquellos casos en los que dicha deuda supera unos determinados umbrales. Dejando de lado aspectos técnicos de dicho informe que podrían ser extremadamente enrevesados para el artículo, concluye con que los estímulos económicos aplicables a través de un aumento de deuda pública dejan de tener efecto en el corto plazo a partir de una ratio deuda pública/PIB del 60-70%. Es decir, si el país que desea aplicar estímulos presenta un endeudamiento superior a dichos niveles, aumentar más la deuda no genera ningún crecimiento adicional a corto plazo.
Además, entre las conclusiones se destaca el hecho de que a partir de una ratio situada entre 90-100% de deuda pública, el posible impacto sobre el crecimiento económico se torna negativo. Es decir, con dichos niveles de endeudamiento, por cada 1% que se incremente la deuda pública, el crecimiento podría reducirse un 0,10%.
España
España, incluso antes de la pandemia, presentaba una deuda que ya se situaba en el 99% del PIB. Si atendemos al estudio y vemos donde se sitúa España, podemos observar cómo España se encuentra en un nivel de endeudamiento que podría comprometer el crecimiento futuro. Y no solo el crecimiento, pues si tenemos en cuentas que el país, ya antes de la pandemia, estaba destinando más de 30.000 millones de euros al pago de intereses de la deuda, el propio coste de oportunidad que supone destinar dicha cuantía a pagar intereses compromete el futuro de las generaciones venideras.
Como vemos, la deuda no es mala per sé. Sin embargo, a partir de un nivel la deuda es muy perjudicial para las economías, tanto para su crecimiento como para su sostenibilidad. Una deuda que, dicho sea de paso, deben afrontar todos los españoles sin excepciones. Pues, aunque los amantes de la MMT y otra serie de corrientes económicas heterodoxas quieran hacernos creer que esto no es así, la realidad es que sí lo es. Es decir, la deuda, así como sus intereses, debe ser devuelta. Si no es por la sociedad actual, será por la siguiente generación. Eso sí, privando a estos últimos de una serie de bienes y servicios con los que no contarán en el futuro.