La evolución de la deuda pública española en el año 2017 puede interpretarse de formas diversas. Un optimista subrayaría el hecho de que, como porcentaje del PIB, ha disminuido siete décimas (del 99% al 98,3%). Pero un pesimista se fijaría, en cambio, en el crecimiento que ha experimentado en términos absolutos y en la constatación de que el Gobierno no ha podido cumplir el objetivo acordado con la Unión Europea de reducir la deuda al 98,1% del PIB.
Estos son los datos, y no creo que tenga sentido dedicar mucho tiempo a discutir si los aspectos positivos superan o no a los negativos. Más me preocupa lo que estas cifras nos pueden indicar con respecto a su evolución futura y, sobre todo, en relación con la actitud de nuestros políticos ante el problema de la deuda. Porque tal problema tiene, ciertamente, una solución. Pero llegar a ella supone costes políticos. Y no veo claro hasta qué punto el Gobierno actual, o el que pueda sustituirlo, estén dispuestos a adoptar las medidas necesarias, si piensan que estas no van a gustar a sus votantes. Porque, cuando una economía está creciendo a una tasa sostenida cercana al 3% y los tipos de interés se encuentran en niveles extraordinariamente bajos, no es lógico que el déficit público alcance el 3,07% del PIB y la deuda aumente en 37.000 millones de euros, como ocurrió el año pasado. Lo que estas cifras muestran es que, gobierne quien gobierne, existen restricciones que hacen difícil ajustar los gastos al nivel de los ingresos públicos, algo que no ha ocurrido en otros paises de nuestro entorno.
HACE YA ALGUNOS años, en el centro de una crisis económica muy grave, pudimos observar que buena parte de los políticos españoles no entendían, o se negaban a aceptar, lo que estaba pasando. Aunque la reducción del gasto público era necesaria, y se aplicó con gran moderación, la resistencia a cuadrar las cuentas fue bastante generalizada. En los próximos meses, con la vista puesta en las diversas elecciones a las que nos vamos aproximando, la reducción de la deuda pública no va a ser su principal preocupación.