Según las previsiones de la Comisión Europea, los países cuyo PIB crecerá más en 2020 serán Malta (4,2%), Rumanía (3,6%), Irlanda (3,5%) y Polonia (3,3%). Y los que menos, Italia (0,4%), Suecia, Alemania, Bélgica (1%), y Finlandia (1,1%).
El conjunto de la Unión Europea aumentará su PIB un 1,2%, un valor bajo, provocado en parte por el desplome de la producción industrial en Alemania (en noviembre, el descenso fue del 1,3%), sector que lleva ya dos años en recesión técnica. Sin duda, el fraude de los motores trucados, el dieselgate, ha influido mucho.
A España no le va tan mal si se confirma el 1,5% de incremento de PIB, logrado en buena medida por la mejora de las exportaciones de bienes y servicios. Lo que no resulta predecible todavía es cómo sentarán las dispendiosas promesas del nuevo Ejecutivo. Sí que sería de agradecer que se mostraran prudentes en sus declaraciones. Por ejemplo, no ha ayudado al sector automovilístico español que la entonces ministra de Transición Energética, hoy promocionada a vicepresidenta, dijera hace seis meses que “el diésel tiene los días contados”. Probablemente, el descenso del 26% de turismos de este tipo matriculados en 2019 (un 5% menos en el total de vehículos) guarde relación con la alarma generada por esa intervención.
La deuda pública constituye un problema en toda la zona europea, al preverse una tasa media para 2020 del 79,4%. En 2019, entre las más abultadas figuraron las de Grecia (175,2%), Italia (136,2%), Portugal (119,6%), Bélgica (99,5%), Francia (98,9%) y España (96,7%), todos ellos niveles muy elevados, al superar con creces el umbral del 60% que la UE considera idóneo. Este grave endeudamiento público preocupa tanto a la Comisión Europea que ha requerido un esfuerzo de contención en su dictamen sobre el plan presupuestario de 2020. Conviene recordar que el abono de los intereses de nuestra deuda en 2018 supuso un pago diario de 80,3 millones de euros.
Lo peor para España no es que debamos tanto, sino que el 48% de nuestra deuda la tengan inversores extranjeros. En otros países, como Italia o el Reino Unido, estos concentran entre un 20% y un 28% de aquella, mientras que en Austria acaparan un 66,5% y en Chipre, un 76,5%. Además, el riesgo resulta mayor porque debemos euros, una divisa que no controlamos, mientras que Japón la tiene en yenes y Estados Unidos, en dólares, sus propias divisas.
Por si no están todavía suficientemente intranquilos, añadamos que, según el informe Deuda Pública 2019 de la EAE Business School, en el primer semestre de 2019 la cifra de déficit primario de España ha empeorado, en gran medida por los “viernes sociales”: en este periodo se alcanzó un acumulado de 12.594 millones de euros. Esta cantidad, unida a los 14.117 millones pagados en concepto de intereses de deuda, hace un total de 26.711 millones de euros de déficit público, un 18,1% más respecto al mismo periodo de 2018, y un 2,18% del PIB. Ojalá el nuevo Ejecutivo sea más cauteloso en sus decisiones de lo que lo ha sido en sus promesas.