Eufóricos por la victoria de Joe Biden, así como la derrota, y consecuente salida de la Casa Blanca de Donald Trump, una parte de la ciudadanía ha centrado la atención en Estados Unidos. Pero no podemos obviar la situación a la que nos enfrentamos en España y que hay que poner encima de la mesa los debates económicos.
Mientras las televisiones mandaban imágenes en las que el nuevo mandatario estadounidense juraba su cargo ante una multitud de espectadores digitales, organismos como la OCDE se pronunciaban sobre la situación económica que muestra el mundo, pero muy especialmente España. Los aspectos relevantes hablan de la sostenibilidad de nuestras finanzas públicas como es el asunto de las pensiones, que se debatía precisamente esta semana.
La economía española no presenta signos de recuperación que sí muestran otras economías como Alemania o Países Bajos. Lo que nos dice el indicador compuesto que publica periódicamente el organismo es que España se encuentra entre las economías que más se descuelga de la recuperación que sí están experimentando un gran número de países del bloque.
Así pues, debemos ser conscientes de lo que supone esto, pues ese comportamiento procíclico que tanto nos caracteriza, igual que nos lleva a crecer a un mayor ritmo en periodos en los que la economía se expande, nos condena a una recuperación más gradual y, por ende, tardía, en situaciones de crisis. Esto, en la pasada crisis, provocó que España, entre otras consecuencias, no recuperase los niveles previos hasta pasados 9 años desde el estallido de la Gran Recesión. Una recuperación que en el caso de Alemania u Países Bajos, se dio en un plazo de entre 2 y 4 años.
Difícil recuperación
Ahora mismo la realidad es que España acusa un deterioro que dificultará la recuperación. Es la economía que más empleo, así como empresas, ha destruido durante la crisis de toda la Unión Europea y también era de las que peor entraba en esta crisis. Se ha dado una gran pérdida de capacidad productiva que nos ha llevado a ensanchar aun más los desequilibrios.
Por eso, cuando se habla de recuperar la economía a nivel previo al que tenía antes de la pandemia del coronavirus, hay que tener en cuenta que no mostraba una situación precisamente buena como para caer en la autocomplacencia.
Así que España deberá trabajar más intenso que el resto de países para corregir ese descuelgue y deberá hacerlo durante más tiempo para alcanzar un nivel acorde con las exigencias europeas.
Pensiones
Asuntos como el de las pensiones, entre otros, dificultan esta situación. En esta línea, y junto al de las pensiones, muchos son los debates que deben plantearse. La situación del empleo en el país, con tasas de paro estructural que ascienden hasta situarse en el 16%; la precariedad y la temporalidad laboral; la vulnerabilidad de nuestro tejido productivo; la reforma educativa, así como la propia ayuda europea para la llegada de todas esas reformas, son debates que, en la línea de los anteriores, debería plantearse la clase dirigente en nuestro país.
Si no se aplican estas reformas, si no se trabaja duro para mejorar la situación, España está condenada a vivir una situación similar en cada crisis.
En definitiva, recuperar la economía, en el caso de España, no debe ser caer en esa citada autocomplacencia que nos suscita volver a los niveles previos que esta mostraba en momentos previos a que se desatase la pandemia; recuperar la economía tampoco es crecer a ritmos del 7% en los próximos años. Recuperar la economía española, para que nos hagamos una idea, es aplicar todas esas reformas que en las próximas crisis nos doten de robustez, con el fin de mostrar un comportamiento similar al de otras economías líderes. Pues de seguir mirando a los Estados Unidos como si nada pasase, la historia estará condenada a repetirse.