El INE publicó ayer el comportamiento del Índice de Precios de Consumo (IPC) del año 2017, para España. En el conjunto del año natural, el IPC varió poco (+1,1%) y así los precios se mantienen en una senda de suave crecimiento iniciada hace un año y medio. Efectivamente, después de dos años de caída de precios (julio 2014-agosto 2016) se ha venido produciendo, a partir de mediados de 2016, una subida lenta de los precios de consumo. En cambio, la inflación subyacente, que es la que mide la variación de los precios de los bienes y servicios más estables (alimentos elaborados, bienes industriales no energéticos y servicios) se ha mantenido prácticamente estancada. Así, mientras en 2014 la inflación subyacente fue del 0,0%, en 2015 alcanzó el 0,9%, en 2016 el 1%, volviendo a bajar en 2017 al 0,8%.
¿Cómo se han comportado los diferentes componentes del IPC? La subida de precios en 2017 fue un tira y afloja entre los precios de los productos de fabricación nacional y los importados. Los bienes importados, excepto el petróleo, han bajado sus precios. Es consecuencia de la apreciación del euro frente al dólar y otras divisas de muchos países emergentes a los que pudimos comprar a precios más bajos. Sin embargo, la subida del precio del petróleo no fue suficientemente compensada por la apreciación del euro. Por eso, en 2017, los precios de la calefacción, alumbrado y gasolina subieron un 2%.
También los alimentos, bebidas y tabaco volvieron a tener un componente inflacionista (+1,7%). Especialmente, en 2017, subieron los precios de la carne de ovino (+3,4%), el pescado (+3,2%), los huevos (+5,2), el aceite (+8,7%) y la fruta (+4,1%), se redujeron, en cambio, los precios de las patatas (-7,1%). También bajaron los precios de los bienes de consumo duradero para el hogar como los electrodomésticos (-2%).
LA COMPARACIÓN CON EUROPA
Si en vez de analizar el IPC se observa la variación del Índice de Precios de Consumo Armonizado (IPCA), que es el indicador que se utiliza para comparar la inflación de los diferentes países de la Unión Económica y Monetaria (UEM), entonces los precios españoles en 2017 subieron un 1,2%. En cambio en el conjunto de la UEM, en 2017, la inflación fue del +1,4%. El dato de España es bueno porque el diferencial de inflación con la media de la UEM (nuestro principal competidor), fue negativo (-0,2%), lo que favorece las exportaciones de nuestras empresas a la zona del euro.
La distancia entre los resultados de la inflación interanual de la UEM (+1,4%) y el objetivo del Banco Central Europeo (BCE), que es un crecimiento de precios cercano al 2%, es lo que está provocando que el BCE siga perseverando en una política monetaria muy expansiva. Estas medidas de relajación monetaria deberían tender a depreciar el euro, lo que aumentaría las exportaciones de la zona del euro al resto del Mundo. Como, además, parece muy probable que, en 2018, la Reserva Federal siga subiendo los tipos de interés, se podría esperar un fortalecimiento del dólar y una mayor depreciación del euro. Quizá una de las consecuencias más relevantes que debería tener la política monetaria expansiva del BCE fuese precisamente la de favorecer al sector exportador, que es especialmente importante para mantener la expansión económica de los países de la UEM.
Sin embargo, esto no está siendo así. En 2017, a pesar de las subidas de tipos adoptadas por la Reserva Federal y de la continuidad de los estímulos monetarios del BCE, el euro tuvo su mayor apreciación frente al dólar desde el año 2003, con una revalorización anual del 14%. Apreciación que es fruto del buen comportamiento de la economía europea, la mejora institucional que ha supuesto la derrota de los populismos y las perspectivas de realizar reformas que den pasos hacia los Estados Unidos de Europa y que a partir de ahora serán más fáciles de implementar gracias al acuerdo firmado para formar gobierno en Alemania.
Pero también hay que señalar que mientras el precio del barril sube, (ha pasado de 46 dólares en junio del año pasado a 69 ayer viernes) el dólar se deprecia. Los precios del crudo cada día que pasa alcanzan una cota más alta, mientras que el dólar sigue también una trayectoria bajista. No se trata de una mera coincidencia. Los productores de crudo están tratando de contrarrestar la pérdida de poder adquisitivo derivada de la mayor debilidad del dólar con niveles de precios más elevados. Estamos ante un círculo vicioso en el que el crudo se dispara y el dólar se deprecia y viceversa. Como consecuencia las exportaciones de EEUU, con un dólar débil, se están viendo más favorecidas que las de otros países que tienen monedas que se están fortaleciendo.
PERSPECTIVAS DE FUTURO
Hay que insistir en que un euro apreciado, como el actual, aunque abarata los costes de las materias primas para producir bienes y servicios, sin embargo, repercute negativamente en la competitividad de nuestras exportaciones y consecuentemente en el saldo exterior. De ahí que para 2018, las perspectivas de las exportaciones de la UEM pudieran ser menos favorables.
Así las cosas, también es preciso considerar que la estabilidad de los precios que tenemos en España tiene también efectos positivos ya que al mantener el poder adquisitivo del dinero permite una mayor moderación salarial y también una situación más halagüeña para los pensionistas.
PERSPECTIVAS EN 2018
La inflación española, que ha estado en un envidiable reposo durante los últimos años, puede seguir aletargada en 2018. Intentar prever el comportamiento futuro de los precios de consumo en España no resulta nada fácil. Hay demasiadas incertidumbres y de diferentes tipos, no sabemos, por ejemplo, cómo evolucionará el precio del petróleo ni el tipo de cambio del euro con respecto al dólar. Los analistas predicen una lenta y ligera subida de precios en España para 2018 pero sin llegar a alcanzar el 2% a final de año. Esta baja inflación permitirá mantener la competitividad y que la economía española siga avanzando. Desde una perspectiva más amplia, es preciso señalar que la economía española está cada vez más saneada (sistema financiero solvente) y equilibrada (estabilidad de precios, menor déficit público y superávit exterior). Un punto de partida que, de continuar con las reformas económicas, podrá situar a España en la vanguardia de los países industrializados.