Si después de la tormenta llega la calma, con la tranquilidad aparece la desconfianza. Las etapas expansivas de la economía siempre tienen un desenlace, con la incertidumbre de saber cuándo se producirá. La coyuntura actual ha provocado las dudas sobre un cercano fin de ciclo en la Unión Europea (UE), que se puede traducir en decisiones como la reforma del euro o la normalización de la política monetaria del Banco Central Europeo (BCE).
La subida del precio del petróleo es uno de los factores que apuntan hacia el comienzo de una nueva etapa económica. El valor del crudo aumentó durante los primeros años de la crisis, mientras que bajó entre abril de 2011 y junio de 2014, pero en el segundo semestre del ejercicio el precio del petróleo descendió un 50%. Esos meses, el reducido valor del crudo le dio un empujón a la economía de España, que «es más dependiente de la energía importada que la media de la UE», sostiene el presidente y director general del Instituto de Estudios Económicos (IEE), José Luis Feito. Con ello, el Producto Interior Bruto (PIB) cerró el año con un crecimiento del 1,4%, la primera cifra que apuntaba al final de la crisis.
SUBIDA DEL PETRÓLEO
Los tres años siguientes, con un aumento del PIB superior al 3%, se confirmó la etapa expansiva. Durante ella, el precio del petróleo seguía en cotas óptimas, hasta que en junio de 2017 empezó a dispararse. Entonces, el barril de Brent cotizaba a 47,9 dólares, pero la imparable escalada ha hecho que alcance los 77,59 dólares el pasado mayo. Como si se tratase de un efecto espejo, el Fondo Monetario Internacional prevé que en 2018 el PIB no crezca en torno al 3%, dando visos de que la expansión se está relajando.
Y es que Feito aclara que el elevado precio del petróleo «tendrá un impacto negativo en el crecimiento europeo en su conjunto. Es difícil cuantificarlo, pero será significativo». El Ministerio de Economía de Román Escolano, antes de que se marchase, sí calculó, para el Programa de Estabilidad 2018-2021, cuál puede ser el daño que cause el alto valor del crudo este mismo año.
La conclusión fue que, si se mantiene en los niveles actuales, podría restar 0,7 puntos al PIB, 5.500 millones de euros y 150.000 ocupados en el mercado de trabajo. Además, Feito añade que «hay un consumo intenso de productos relacionados con el petróleo». Por lo tanto, que su valor se enquiste entre los 60 y 70 euros haría subir el Índice de Precios al Consumo. El riesgo es evidente, pues la inflación ya está avisando. En el conjunto de la Unión Europea ha pasado del 1,4% en diciembre de 2017 al 1,9% en mayo de 2018, un incremento que, igualmente, se traslada a España. En nuestro país, en la misma época, se pasó del 1,1% al 2%. En definitiva, la inflación, en estos momentos, se mira con bastante recelo. Y es que ninguna administración quiere rebasar la barrera del 2% porque se entraría en zona de peligro para la economía.
CONTENER LA INFLACIÓN
De hecho, el Banco Central Europeo tiene la labor de que ese límite no se sobrepase. Así, con lo cerca que se encuentra la UE de alcanzarlo, la máxima entidad bancaria del continente podría tomar medidas para contener la inflación. Su principal herramienta para conseguirlo son los tipos de interés. El estreno de Mario Draghi al frente del Banco Central Europeo en noviembre de 2011 coincidió con que bajasen al 1,25%, y el italiano ha seguido la misma política, con el objetivo de favorecer la financiación y el consumo, hasta situar los tipos en el 0% desde marzo de 2016. No obstante, el economista Javier Santacruz considera que «es aconsejable y necesario subirlos de nuevo para evitar una mayor escalada inflacionaria».
Aunque suene contradictorio, la inflación es aún más peligrosa cuando las economías están creciendo. Feito explica que en etapas de expansión, los mecanismos de indexación (que se usan para ajustar los salarios al IPC), pueden provocar que una alta inflación se contagie por todo el sistema. De ahí la relevancia de contenerla a pesar de que, en estimaciones del Ministerio de Economía, una subida de tipos de hasta el 1,25% pueda llegar a restar un 1% al PIB y un 0,6% al empleo en 2020. Habrá que compensar estas pérdidas de otro modo porque la trascendencia de su incremento estriba no sólo en contener la inflación, sino también en evitar un sobrecalentamiento de las economías con mejores números como la española o la alemana, riesgo real que apunta Javier Santacruz.
RETIRADA DE ESTÍMULOS
El BCE tendrá bastante trabajo por hacer sin olvidar la importancia de cada paso que da para el futuro a corto y medio plazo. El jueves se celebró una reunión en la que los tipos de interés seguro que estuvieron presentes, sobre todo después de que el miércoles la Reserva Federal de Estados Unidos los incrementase entre el 1,75% y el 2%, y anunciase dos subidas más en este mismo año. Pero los tipos no fueron protagonistas en la cita europea, pues ese papel lo ocupó la retirada de estímulos financieros a través de la compra de deuda de los países miembros. Hace tres años y tres meses, la entidad puso en marcha un programa de adquisición de activos para aliviar a las economías europeas, la famosa política QE (de expansión cuantitativa). La normalización de la salud financiera de los países miembros del BCE ha llevado a rebajar de 30.000 a 15.000 millones y a anunciar su conclusión en diciembre de 2019.
Desde el inicio de la QE, la máxima institución bancaria europea se ha hecho con bonos españoles por importe de 244.429 millones de euros, según sus últimos datos publicados. Esto representa el 13,4% del total de la deuda adquirida, si no se cuentan los bonos emitidos por entidades supranacionales. España, así, es la cuarta nación que más espacio ocupa en la cartera del BCE tras Alemania (458.494 millones), Francia (396.687 millones) e Italia (344.788 millones). Cabe preguntarse si los bancos de estos países están preparados para cuando se retiren estos estímulos. En opinión de Santacruz, esta decisión «supondrá un revulsivo para la banca porque, aunque es un negocio de márgenes, tiene en este momento suficiente poder para subir el precio de los créditos manteniendo muy bajo el coste de los depósitos. El problema deriva de su excesiva exposición a la deuda pública y, por tanto, en ese ámbito se verá perjudicado sobre todo en el valor de la cartera de renta fija que, en este momento, gestiona y que además utiliza como colateral para las operaciones de fi nanciación con el Banco Central».
Por si fuera poco, los bancos se enfrentan al cambio del marco regulatorio de la moneda con la que trabajan, el euro. Y la situación política no acompaña para pensar que la reforma vaya a salir lo mejor posible. El 28 y 29 de junio está convocada una cumbre europea para discutirla. No obstante, las tensiones que hay entre los dirigentes, con la formación de gobierno en Italia como principal discrepancia, hacen que las fechas elegidas sean un «mal ‘timing’», afirma José Luis Feito, porque «la cita tenía importancia para cerrar compromisos con la garantía de depósitos y no se avanzará mucho» por el panorama hostil. La reforma, admite, será compleja. Javier Santacruz destaca que, con ella, el objetivo es «construir una UE de países convergentes, con características económicas y sociales que se parezcan y que haya objetivos comunes. Esto no se puede imponer ni por decreto ni a través de experimentos como fue la Constitución Europea hace ya más de 10 años». Además, Feito subraya que supondrá «un mayor compromiso fiscal, unidad económica, profundización de la diplomática o la integración de los mercados de deuda».
GUERRA COMERCIAL
Con tantos temas internos de vital importancia sobre la mesa, a Europa no paran de llegarle quebraderos de cabeza desde fuera del continente. Es fácil de imaginar de quién estamos hablando. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, continúa con su encrucijada proteccionista que prometió en campaña bajo el lema «America First». Erre que erre, no ha cedido a las presiones de las instituciones internacionales y, tras una pequeña tregua, ha activado los aranceles del 25% al acero y del 10% al aluminio para México, Canadá y la UE. Desde el Viejo Continente ya se ha dejado claro que habrá respuesta, algo que está preparado desde que la amenaza comenzase a tomar forma hace unos meses. Tanto que se baraja una lista de productos típicamente americanos a los que imponerles aranceles como las Harley Davidson, los vaqueros Levi’s o el bourbon.
Javier Santacruz piensa que esta llamada guerra comercial «no es más que un fortalecimiento de la posición negociadora de Estados Unidos frente al resto del mundo. Los aranceles cruzados son amenazas que, en muchos casos, no son creíbles y en otros son respuesta a medidas comerciales tomadas hace ya tiempo, especialmente dentro del incumplimiento sistemático de las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC)».
UN CICLO COMPLICADO
La batalla abierta por Trump, advirtió el pasado abril el economista jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI), Maurice Obstfeld, «amenaza con socavar la confianza y descarrilar el crecimiento global de manera prematura». Es decir, en un momento en el que la expansión se está relajando, las tensiones podrían precipitar el final de una etapa que demuestra bastantes síntomas de acabar, como la subida del precio del petróleo, el aumento de los tipos de interés o la retirada de estímulos.
José Luis Feito mantiene que estos hechos apuntan hacia un nuevo ciclo generalizado en Europa de «desaceleración marcada». De este modo, el Producto Interior Bruto descendería al entorno del 2% en los próximos años, prevé, y entonces España se encontrará con el potencial real de su economía. Llegados a ese punto, manifi esta el presidente del IEE, se deberán acometer reformas adaptadas a la nueva situación con el objetivo de que el crecimiento de la economía se sostenga lo más posible. En este sentido, Feito no es optimista en cuanto al futuro en nuestro país: «En España habrá marcha atrás en los cambios que se había realizado, como en el caso concreto de las pensiones». Un exceso de modificaciones podría alejar al nuevo Gobierno de las expectativas de Bruselas y, según Feito, en todos los países de Europa, cuanto más fiel es el Ejecutivo a la estrategia de la UE, más lo respetan los mercados, más abiertas tiene las puertas de la inversión y más baja la prima de riesgo. Teniendo en cuenta esto y los límites de los objetivos de estabilidad presupuestaria, el experto concluye que «esperemos que no se toque demasiado».