Nos guste o no, la globalización de la economía es una tendencia imparable, al igual que lo es la libertad cada vez mayor del mercado. Trump estuvo muy torpe cuando aplicó aranceles a China para frenar su avance comercial. No consiguió nada, salvo perjudicar con su impulsivo estilo las relaciones estadounidenses con el coloso asiático. El proteccionismo económico se trata de una pasión cerril, que va contra la racionalidad económica, y cuyos efectos devastadores se dejan sentir en el medio y largo plazo.
Hoy, la sostenibilidad de un país depende de su comercio exterior. España así lo ha entendido y, en el decenio 2008-2018, incrementó sus exportaciones un 50%, de modo que estas elevaron su peso en el PIB del 20% al 34%. El año 2012 fue el primero en que España registró superávit en la balanza por cuenta corriente, y ese signo positivo se ha mantenido desde entonces.
La capacidad exportadora de un país se halla vinculada a la competitividad de sus empresas respecto a las que producen los mismos bienes en el resto del mundo. Sin embargo, nuestros políticos están ávidos de aumentar la recaudación tributaria, porque han estirado más el brazo que la manga. El Ejecutivo debiera mostrarse más cauteloso y no matar la gallina de los huevos de oro que tenemos en nuestras sólidas exportaciones. Si se somete a las compañías españolas a unos gravámenes adicionales a los de aquellas con las que compiten en el mercado global, cerrarán o se deslocalizarán a países con regímenes tributarios más benignos.
Durante 2019, las ventas españolas al exterior crecieron un 1,8%, hasta alcanzar los 290.089 millones de euros. El Informe del Comercio Exterior del ICEX indica que los sectores con más peso sobre las exportaciones totales en ese periodo fueron el de bienes de equipo (supone el 20,4% del total, tras aumentar un 3,7% interanual), el de alimentación, bebidas y tabaco (16,8% del total, y subió un 6%), el del automóvil (15,2% del total, y disminuyó un 0,6%) y el de productos químicos (14,5% del total, y se incrementó un 3,2%). Los países a los que más vendemos son Francia (un 15,1% del total), Alemania (10,7%), Italia (8%) Portugal (7,6%), Reino Unido (6,8%), Estados Unidos (4,7%) y Países Bajos (3,4%). Los países a los que más ha exportado España en 2019 son: Emiratos Árabes Unidos (19,3%), Canadá (13,6%), Suiza (13,0%) y Corea del Sur (12,2%).
Las empresas y el Gobierno de España debieran tener en cuenta el peligro que encierra que el 65,7% de las exportaciones españolas se dirijan a la Unión Europea. No en vano, las estimaciones de los organismos económicos internacionales prevén que, en el próximo bienio, la actual desaceleración europea continúe.
Otros riesgos de nuestro comercio exterior son: la insuficiente intensidad tecnológica de nuestras manufacturas, la débil evolución de la productividad industrial y la escasa diversidad de destinos exportadores. Tampoco ayuda el abandono de la multilateralidad en las decisiones del comercio internacional, algo que favorece la irrelevancia europea frente al binomio de Estados Unidos y China.