El Índice de Competitividad por el Talento Global (GTCI), elaborado por Adecco Group Institute y la escuela de negocios INSEAD, muestra la capacidad de cada uno de los 132 países que analiza a la hora de gestionar el talento e inteligencia artificial. Este indicador se centra en el capital intelectual exclusivamente y es distinto del Global Competitiveness Report (GCI) que realiza el World Economic Forum, informe que recoge todas las variables que vuelven a un país competitivo (sanidad, infraestructuras, estabilidad macroeconómica, etcétera).
En el contexto del GTCI, la competitividad del talento se refiere al conjunto de políticas y prácticas que permiten a una nación desarrollar, atraer y empoderar el capital humano que contribuye a su productividad y prosperidad. Este índice se efectúa mediante un modelo de entradasalida de variables, al combinar una evaluación de lo que hacen los países para producir y adquirir talentos (entrada), y el tipo de habilidades disponibles para ellos al término (salida). Este indicador constituye también una previsión del futuro tecnológico de cada país, algo realmente útil, porque anticiparse en la innovación implica unas mejores perspectivas.
Suiza (81,26) lidera una clasificación en la que 17 de los 25 países mejor situados son europeos, entre los que destacan Suecia (75,82), Dinamarca (75,18), los Países Bajos (74,99) y Finlandia (74,47). Las tres naciones del Viejo Continente cuya puntuación ha avanzado más en los últimos cinco años han sido los Países Bajos (14,98%), Finlandia (13,99%) y Suecia (13,81%). Los valores más bajos corresponden a Rumanía, Croacia, Bulgaria y Hungría, que son también los que menos han crecido en el último lustro.
España, con 55,7 puntos, ocupa una posición por debajo de la media europea, y ha avanzado muy poco, un 6,07%, en el último quinquenio. La política de nuestro país para fomentar la competitividad generada por el talento es muy deficiente: inferior a la de Malta, Estonia, República Checa, Portugal, Chipre y Eslovenia, todos ellos con un PIB per cápita muy inferior. Estamos mejor que Italia, pero se trata de un triste consuelo, dado que la economía del país transalpino atraviesa una grave crisis, hasta el punto de que ha sido la que menor crecimiento ha experimentado de Europa en 2019.
Los estados mejor clasificados de la Unión Europea se distinguen por sus sistemas educativos, su apertura exterior e interior y, sobre todo, por tener un panorama regulatorio y empresarial flexible. Esto apoya la tesis de que el talento prospera allá donde hay más libertad económica.
Así, el índice de los países europeos muestra una alta correlación (0,82) con el PIB per cápita, algo lógico, ya que las economías que propician la competitividad surgida del talento son siempre las que tienen la posibilidad de invertir más en la generación de capital intelectual, y este incentivo atrae, capta y fideliza a los mejores profesionales. Este índice refleja también qué naciones se rigen por políticas estériles cortoplacistas y cuáles aseguran la sostenibilidad en el largo plazo.