Vuelta a la casilla 92. El ‘rally’ de la electricidad y de los productos energéticos ha disparado la inflación en octubre hasta el 5,5%, su nivel más alto en veintinueve años, de acuerdo con el avance publicado esta misma semana por el Instituto Nacional de Estadística (INE). La economía de entonces comparte algunos desequilibrios con la de ahora, sin embargo, la situación dista mucho de ser parecida. Por aquel entonces España contaba con la capacidad de devaluar su propia moneda, la peseta, para combatir la escalada de los precios -la adopción del euro no llegaría hasta el año 2002-.
El Banco de España llegó a aplicar hasta cuatro devaluaciones competitivas entre 1992 y 1995 en plena tormenta financiera, de modo que la divisa se depreció un 25% en relación al marco alemán y al dólar estadounidense en apenas 3 años. En el 92, la economía crecería al 3,5%, un avance aparentemente robusto pero que, sin embargo, constataba ya una desaceleración notable, puesto que el PIB había venido creciendo muy por encima del 10% cada año desde 1988. Era el prólogo de la crisis que estaba a punto de estallar. La tasa de paro, mal endémico de nuestra economía, cerró ese ejercicio en el 20%.
El dato publicado por Estadística este jueves se produce en un contexto completamente diferente, con España protegida por el paraguas del Banco Central Europeo (BCE). Esto, tanto en lo que respecta a la estabilidad que aporta el euro, como en lo que respecta a las compras de deuda por parte del organismo, que han permitido al país financiarse en buenas condiciones en los peores momentos de la crisis provocada por la pandemia. ¿Tenemos hoy más margen que entonces para capear una inflación a estos niveles? Nos ayudan a responder a esta pregunta Raymond Torres, director de coyuntura de Funcas (la Fundación de las Cajas de Ahorro) y el economista Javier Santacruz, economista investigador principal de la Fundación Civismo.