Este domingo el periódico «El Mundo» publicará en su suplemento Actualidad Económica un ranking de competitividad fiscal entre los países de la OCDE. España aparece en esta comparativa como el quinto país con peor fiscalidad de los 38 miembros de esa organización, con 56,9 puntos, siendo Estonia el más competitivo. El Ejecutivo monclovita está empeñado en descender en ese ranking por puro interés electoral para asegurarse los votos de las rentas bajas. Con el Impuesto de Solidaridad a las Grandes Fortunas pretenden imitar la supuesta acción benefactora de Robin Hood, de quien se dice que desvalijaba a los ricos para dárselo a los pobres, algo que no es cierto, porque a los que robaba era a los recaudadores de desmesurados tributos. Moncloa ha dejado pequeño a Joseph Goebbels, el ministro nazi de propaganda, con el sarcasmo de llamarle impuesto de solidaridad. Esta acepción pervierte el sentido de generosidad libre y voluntaria de ayuda a una causa justa, cuando la realidad es que porque es un tributo expropiatorio forzoso.
Robar a los ricos no necesariamente implica mejorar la condición de los que tienen menos. Con frecuencia la mayor parte de esas confiscaciones a los ricos no va a resolver las causas sociales que pregonan, me refiero a la sanidad, la educación, el alojamiento y alimentación de los más menesterosos. La cruda realidad es que ese enorme dineral se pierde en buena parte en funcionarios de la Agencia tributaria para repartir y controlar el reparto de subvenciones y a otras acciones que no tienen, nada que ver, con la finalidad anunciada. Cuando se da dinero a Cáritas, los que distribuyen los fondos son voluntarios que no cobran, mientras cuando el dinero lo reparte una entidad pública una buena parte se pierde en el camino.
Al hilo de esta confiscación a los que ahorran e invierten con acierto, el pasado martes Wall Sreet Journal (WSJ) sacó un imponente editorial The State Wealth – Tax Alliance que recuerda el refrán que aparece en El Quijote: “en todas las casas cuecen habas”. Si aquí el populismo socialista que nos gobierna ha decretado el impuesto de solidaridad a las grandes fortunas, los demócratas norteamericanos más ‘progresistas’ van a hacer lo mismo. Este paralelismo demuestra que en todos los sitios hay obsesos proclives a igualitarismo más empobrecedor.
Esta alianza fiscal confiscatoria yanki surgió a finales de la semana pasada, cuando los legisladores de ocho estados dieron a conocer sus planes para gravar a los residentes ricos. Se trata de California, Nueva York, Illinois, Maryland, Hawai, Minnesota, Connecticut y Washington. Estos Estados norteamericanos aplicarán sus procedimientos expropiatorios de un modo muy variado. Por ejemplo, California recortaría una parte de los grandes patrimonios cada año, independientemente de si aumentan de valor, lo que supone que reclamaría el 1% anual de los hogares que valen más de 50 millones de dólares y el 1,5% de los que valen más de 1.000 millones de dólares. Se trata de un atraco a las fortunas de los empresarios tecnológicos, esos que ya han llenado las arcas de la agencia tributaria californiana mediante impuestos a la renta y a las plusvalías. Este proyecto de ley también obliga a los contribuyentes con activos ilíquidos a presentar informes anuales sobre sus posesiones y, en última instancia, a pagar el impuesto, incluso si se mudan fuera del estado. La China comunista ni siquiera hace eso. Los Eagles se adelantaron a su tiempo cuando escribieron la letra de la canción «Hotel California», que dice al final: Estamos programados para recibir, puedes marcharte cuando quieras, pero nunca te podrás ir.
Estos proyectos de impuestos al patrimonio van a perjudicar el crecimiento porque desincentivarán el esfuerzo, creativo, la inversión y la asunción de riesgos. WSJ apunta que cada uno de los nuevos esquemas fiscales acelerará la huida de los Estados que intentan imponerlos. Así, hay algunos en los que los impuestos en el salario son muy reducidos. Es el caso de Alaska (4,6%), Wyoming (7,5%), Tennessee (7,6%), Dakota del Sur (8%) y Michigan (8,6%). Por el contrario, California (13,3%), Hawai (11%), Oregon (9,9%) y Minnesota (9,85%) son tan elevados que promueven salir corriendo. En EE. UU. este éxodo esta propiciado por la tendencia a la movilidad de los norteamericanos, quienes según el censo oficial cambia de residencia 11,4 veces a lo largo de su vida. La mayor parte de estas mudanzas es por trabajo, al permanecer de media en cada puesto 4,3 años, lo que supone cambiar 12,1 veces de empleador a lo largo de su vida. Todo lo contrario, a la cultura nipona, que propicia con estar toda su vida en la misma empresa.
Afortunadamente, en la Unión Europea, el Impuesto al Patrimonio no existe. Curiosamente, Noruega y Suiza lo tienen, pero son dos países cuyas economías se desmarcan de los estándares habituales de los países occidentales. El primero por su desarrollado sector terciario, y el segundo por ser el Estado noruego enormemente rico por su petróleo. Respecto a España, el Impuesto a la solidaridad a las Grandes Fortunas tan solo hará daño al que viva en los infiernos autonómicos fiscales porque, tal como demostrará el Informe que la Fundación Civismo que se presentará el mes que viene, jurídicamente lo tumbarán los tribunales al estar mal configurado.