El Grado en Filosofía, Política y Economía de la Universidad Francisco de Vitoria organiza la presentación del libro póstumo de Don Rafael Alvira, filósofo español, bajo el título: “El dogma democrático. La sociedad civil y su gobierno”. El acto fue moderado por Oscar Elía, director del grado, y recogió las ponencias de quienes, entre otros, tuvieron a Alvira como amigo y maestro: los profesores Jesús Baiget y Belén Moncada. El diálogo se clausuró con la intervención de Jaime Mayor Oreja, presidente de la Fundación NEOS.
Don Rafael, así lo expresaban los ponentes, tenía el arte de dar vida a sus palabras. En su estilo socrático, cortejaba las ideas, guiando al lector hacia lo obvio, antes percibido, quizá, como difuso e inexplicable. El filósofo era un humanista encarnado; abogaba por un humanismo radical y operativo, visto como alcanzable a la mera luz de su propio testimonio. Intelectualmente, un genio humilde, que vivía lo que pensaba.
“La democracia está anclada en cuestiones que no son políticas. Pensar la democracia es pensar aquellas cuestiones que se ubican más allá de ella, y que sin las cuales, la democracia no se sustenta”. Todas estas cuestiones fundamentales -la búsqueda de la verdad, la amistad y el amor o la relación del hombre con el orden de las cosas- se hallan en la sociedad civil, cuya vitalidad es indispensable para la vitalidad de la democracia.
¿Qué es la sociedad civil? La respuesta nos lleva a otra pregunta: ¿qué es el bien común? Y, así: ¿quién es la persona? La persona es esencialmente individuo y esencialmente relación. Como individuo, es un absoluto, como relación, la sociedad es constitutiva del hombre. La perfección del individuo es indisociable de la perfección de la sociedad. El bien del individuo es el bien común, y la sociedad civil es donde se unen ese bien individual y ese bien común. Luego, la sociedad civil es el espacio del humanismo radical y operativo, el habitat de esos principios y actitudes que configuran un modelo de excelencia del hombre y de la sociedad. Empresas, familias, asociaciones y fundaciones, clubes, todos ellos por igual parte de la sociedad civil, lugares donde el esencialmente individuo es esencialmente relación.
En este libro propositivo, se insiste en que hay que superar el individualismo absoluto y el paternalismo estatal absoluto, que absorben a la sociedad civil y la degeneran. Cuidar a la sociedad civil es cuidar la democracia, forma social de libertad. Es la sociedad civil la que supera las paradojas de la democracia, haciendo posible el encuentro entre el bien individual y el bien común.
Finalmente, Jaime Mayor Oreja, como testigo privilegiado de la política, presente en determinados momentos de nuestra historia democrática, recalcó la importancia de abordar esta tarea a nivel europeo. Si recientemente se habla de la necesidad de un rearme militar -cosa importante-, aún más fundamental es el rearme moral de Europa. Los relatos están reemplazando la verdad que tanto defendía Don Rafael, y hay que detectar y combatir las ocurrencias, que por ser verosímiles, son peores que las mentiras.