El vaticano liberal
1 de octubre de 2014
Por admin

En 1947 Hayek tuvo la idea de crear una asociación internacional consagrada a la defensa y difusión de los principios del liberalismo clásico. En esos momentos, después de la Segunda Guerra Mundial, la amenaza totalitaria del fascismo y del nazismo había desaparecido con su derrota militar, pero el comunismo gozaba de un prestigio extraordinario y las ideas colectivistas tenían una presencia muy poderosa en las sociedades occidentales, en lo que se llamó el mundo libre. En ese ambiente, el estatismo aparecía como la ola del futuro y el ideario liberal, un anacronismo condenado a desaparecer. La reunión de pensadores de ambos lados del Atlántico se celebró en un balneario suizo, localizado en Mont Pèlerin, cuyo nombre adoptó para la propia sociedad.

La importancia de la Mont Pelerin Society ha sido decisiva, aunque desconocida por el gran público. Desde su fundación, con una tenacidad sistemática emprendió una verdadera campaña ideológica e intelectual para combatir el statu quo colectivista dominante en los países desarrollados. Bajo su impulso intelectual se crearon numerosos think tanks en todo el mundo, empeñados en una campaña para poner en evidencia los peligros para la libertad de la deriva estatista. En el núcleo fundacional de la sociedad estaban personalidades como Hayek, Friedman y Stigler, que años después fueron premios Nobel de Economía. O economistas como Röpke, uno de los padres intelectuales del milagro alemán.

Uno de los principales aciertos de la Mont Pelerin fue centrarse en la lucha de las ideas en vez de impulsar una acción directa de naturaleza política, tesis defendida por Salvador de Madariaga, que abandonó la sociedad por esa causa. Se trataba de reconstruir los fundamentos teóricos de la sociedad abierta, la defensa de la libertad individual y del capitalismo democrático. Los padres fundadores de la Mont Pelerin consideraron esa vía mucho más sólida y efectiva que la de volcarse de manera directa en la competición partidista.

El tiempo les dio la razón. Si se leen las ponencias de los primeros años del discurrir de la sociedad se percibe con una claridad meridiana cuál era la apuesta. Las ideas defendidas por Hayek y sus amigos tenían un carácter marcadamente minoritario, porque la atmósfera de la época estaba dominada por el colectivismo. Invertir esa situación exigía un trabajo de largo alcance, situado más allá del cortoplacismo electoral.

Casi 70 años después de la constitución de la Mont Pelerin, el panorama político del mundo ha cambiado de una manera sustancial. La doctrina liberal ha logrado una respetabilidad teórica y práctica impensable hace siete décadas. Ahora bien, la batalla en pro de una sociedad libre no está terminada; emergen nuevas y peligrosas amenazas contra ella desde el fundamentalismo hasta el corporato-estatismo visible en los estados europeos, que se resiste a morir. El sueño de Fukuyama del final de la historia por el triunfo definitivo del liberalismo y del capitalismo no se ha materializado. Esto no es una novedad porque, como escribió el clásico, “el precio de la libertad es la vigilancia eterna”.

En España la Mont Pelerin ha contado desde sus inicios con un grupo de destacados economistas e intelectuales. Entre los pioneros se encuentran Luis y Joaquín Reig, banqueros y traductores de Mises y de Hayek; Julio Pascual, Jesús Huerta de Soto y una distinguida legión catalana de gentes como Juan Rosell, presidente de CEOE; Joaquín Trigo, director del Instituto de Estudios Económicos, o Juan Torras, por citar solo a algunos. Desde esta perspectiva, el nombramiento de Pedro Schwartz en la reciente reunión mundial de Hong Kong como presidente de la sociedad es un reconocimiento tanto a la trayectoria del liberalismo español contemporáneo como a la de uno de sus principales paladines.

Schwartz ha sido y es uno de los más brillantes exponentes del pensamiento liberal clásico en España. Desde hace décadas y en numerosas ocasiones contra la corriente, ha defendido las ideas de la libertad con una mezcla prodigiosa de rigor intelectual y capacidad divulgativa. Además dio origen a una verdadera escuela de académicos que han sido verdaderos altavoces del liberalismo en España desde la vuelta de la democracia en 1977. Schwartz es también uno de los economistas liberales españoles que ha tenido y tiene un mayor prestigio internacional. Su acceso a la presidencia de la Mont Pelerin constituye un reconocimiento a toda una trayectoria vital e intelectual.

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