«El 50% de los directivos españoles percibe que los sobornos y la corrupción son frecuentes a la hora de hacer negocios en el país». Ésta es una de las principales conclusiones que arroja el estudio EY Global Fraud Survey que la firma auditora ha realizado a nivel mundial y que, por lo tanto, permite comparar la opinión de los directivos españoles con la de sus homólogos de otros países. Así, la percepción de corrupción en España es superior a la que existe en países como Serbia, en donde el 48% de los encuestados cree que este tipo de prácticas son habituales, Rumanía, que arroja una cifra del 34%, o incluso Rusia (33%). Además, el 50% al que llega España es casi el doble del 28% que arrojó la encuesta de 2014, y ubica al país en el puesto 22 de un ránking que encabezan Brasil, Ucrania y Tailandia y que cierran Finlandia, Arabia Saudí y Suecia. En cuanto a la lucha contra la corrupción, también uno de cada dos directivos considera que las autoridades están dispuestas a juzgar este tipo de prácticas, pero cree que los esfuerzos que éstas realizan no son lo suficientemente efectivos. Asimismo, casi un tercio de los encuestados justifica y estaría dispuesto a realizar un pago en metálico si así asegura la continuidad de la compañía, cifra que está muy lejos del 9% que se registra en Europa Occidental. Otra conducta ampliamente justificada entre los consultados es la de ofrecer entretenimiento (un 24%), mientras que los regalos o el falseamiento de resultados están respaldados por el 14% y el 12%, respectivamente. Esta situación de extendida corrupción «desincentiva la inversión porque se traduce en inseguridad jurídica para quien invierte», señaló ayer durante la presentación del estudio Ricardo Noreña, socio responsable del área de Forensic en EY. «Cuando una empresa con políticas trta de llevar su actividad a un entorno en el que la corrupción abunda, el negocio se le puede vernir abajo», añadió Noreña.
LIBERTAD ECONÓMICA
Por otra parte, y según publicó ayer el think tank Civismo, España ha escalado del puesto 49 al 43 en el Índice de Libertad Económica que evalúa a un total de 178 naciones. Con una diferencia de casi un punto con respecto al año anterior, el país ha recibido una calificación de 68,5 puntos en los que se han tenido en cuenta una serie de medidas económicas que pretenden reflejar, según expone en el informe, «los beneficios de la libertad económica para las personas y la sociedad en su conjunto». La media global de este indicador también avanza y obtiene este año una valorción de 60,7 puntos, lo que supone un crecimiento de tres décimas con respecto al pasado año. De esta forma, 2016 pasa a ser el cuarto año consecutivo en el que la libertad económica ha crecido a nivel global.
