Este domingo Sebastián Piñera fue elegido nuevo presidente de Chile. El candidato de centroderecha, de la coalición Chile Vamos, obtuvo el 54,5% de los votos, derrotando al senador de centroizquierda Alejandro Guillier, que tenía el apoyo de la actual presidenta Michelle Bachelet. El regreso de Sebastián Piñera a la presidencia de Chile, con una victoria rotunda, supone el respaldo de la ciudadanía a su plan de reformas que tiene como objetivo aumentar su crecimiento económico y el empleo. Por tanto, la victoria de Piñera beneficiará al funcionamiento de la economía y a la inversión empresarial y permitirá trazar una estrategia de política económica más liberal que la de Bachelet. También puede mejorar la calificación de riesgo cuya nota actual para Standard & Poors es AA- con perspectiva estable que refleja que la deuda pública chilena es de calidad, muy estable y de bajo riesgo (España tiene un rating BBB+ que es de inferior nivel y que entraña más riesgo).
Esta victoria consolida la alternancia en el poder del país andino. Después de un largo ciclo de gobiernos de izquierda desde el fin de la dictadura militar de Augusto Pinochet en 1990, por segunda vez, la derecha vuelve al poder. La anterior fue en el periodo comprendido entre 2010 y 2014, cuando el propio Piñera fue presidente.
La crisis económica:
En los últimos 4 años, la economía estrella de América Latina fue perdiendo brillo. Primero, por la caída de los precios de las materias primas que afectó directamente al precio del cobre, principal producto de la economía chilena. Segundo, por el paquete de reformas estructurales de carácter social lideradas por la presidenta Bachelet, que incluía la tributaria (2014), educativa (2015) y laboral (2016), y que poco a poco fueron desmoronando su Gobierno desde el año 2014. Las reformas deberían haber abierto nuevos caminos para impulsar el crecimiento y reducir la desigualdad, pero fueron mal diseñadas y erróneamente aplicadas.
Como resultado, Chile sufrió un estancamiento económico en los últimos 4 años hasta el punto que este año el PIB crecerá un 1,4%, dos décimas menos que el año pasado. También porque la inversión se ha ido reduciendo durante el mandato de Bachelet: ha bajado desde el 25,7% en 2013 a 21,5% durante este año. Las reformas y sus malos resultados fueron duramente criticados por Piñera y se convirtieron en el centro del debate electoral para ganar la presidencia. Por tanto, la victoria de Piñera responde al típico cambio pendular que se produce siempre después de una crisis económica que suele pasar una factura elevada al partido político que está en el poder, y que habitualmente sufre luego una derrota en las urnas.
La nueva política económica:
El nuevo gobierno tendrá que implementar una política económica que logre diversificar y aumentar el tejido empresarial. Para dar mayor confianza a las empresas nacionales y extranjeras, una de las medidas propuestas es bajar el Impuesto de Sociedades lo que permitirá incentivar la inversión empresarial con el fin de asegurar el crecimiento de la economía. También prometió un trato más favorable al sector de la minería. En concreto favorecer la financiación de la empresa estatal Codelco que es la mayor exportadora de cobre del mundo; así como disminuir la complejidad burocrática que se ha ido formando a lo largo del gobierno de Bachelet y que ha retrasado la puesta en marcha de nuevos proyectos de desarrollo minero.
Habrá todavía que responder, tal como propone Piñera, a las demandas de la población sobre la reforma del sistema de pensiones, que hoy es administrado por instituciones financieras privadas. En este sentido quiere fortalecer los fondos de ahorro de los trabajadores, a la vez que aumentará el aporte del Estado para mejorar las pensiones de los más vulnerables, la clase media, las mujeres y de todos aquellos trabajadores que prefieran continuar trabajando después de la edad de jubilación.
Para ganar, en segunda vuelta, y conseguir el apoyo de los votantes de clase media Piñera tuvo que defender, en campaña electoral, medidas propias de ideologías más cercanas a la izquierda. En este sentido defendió la educación gratuita a los estudiantes de carreras técnicas, consciente de que esta conquista de Bachelet está considerada como muy importante para la mayoría de los chilenos. También porque para aumentar la capacidad productiva, no basta con el incremento del capital físico (bienes de equipo, factorías, infraestructuras, etc.) sino que es necesario también invertir en capital humano, es decir, en formación profesional, especialmente la técnica, a la vez que se eleva el nivel de educación de los chilenos.
Así las cosas el nuevo presidente diseñará una estrategia de política económica más liberal que la actual, y se distanciará de los gobiernos populistas de Bolivia, Venezuela, Ecuador, etc., acercándose a los actuales de Colombia y Argentina. Tendrá como principal desafío la aceleración del crecimiento frente a una sociedad cada vez más demandante de gasto público. Ello exigirá reasignar los gastos para resolver los problemas que han generado las reformas de Bachelet.
La victoria de Piñera representa también un duro golpe a los partidos de izquierdas que formaban los gobiernos de la Concertación, es decir, a la alianza de partidos que nació con la democracia en 1990 y gobernó Chile, durante muchas legislaturas. Sin embargo, esta ruptura entre los partidos de izquierdas significa un Congreso más fragmentado y heterogéneo, lo que va a suponer un mayor desafío político para el nuevo presidente. Piñera tendrá que buscar apoyos en el Parlamento para poder aprobar leyes y poner en marcha su plan de reformas.
Así pues, resulta deseable que la política económica que se aplique en Chile, a partir del año que viene, aumente el crecimiento económico y la generación de empleo y reduzca la inflación y el déficit con el exterior. Y este cambio pendular va a suponer dar un giro a las políticas actuales.