La innovación se ha resentido en 2022 al haber sido un año marcado por las tensiones internacionales. No se han cumplido las expectativas de repunte rápido del crecimiento y el comercio tras la pandemia porque las tensiones geopolíticas se han disparado por la agresión de Rusia a Ucrania. También la situación se ha agravado por las presiones inflacionistas que han reaparecido en casi todos los países.
El riesgo de una economía mundial fragmentada ha aumentado y la tendencia globalizadora se ha detenido. Tras la aniquilación de la libertad en Hong Kong y la amenaza china sobre Taiwán, Estados Unidos desconfía del coloso asiático y ha frenado el intercambio comercial. Desgraciadamente para la descoordinada Europa, el Pacífico preocupa a EEUU más que el Atlántico. Los países occidentales han sido ingenuos al favorecer la globalización y, con ella, traspasar alta tecnología a países donde no hay libertad. Ahora China tiene un poder descomunal que, sin necesidad de usarlo, puede intimidar a la nación que desee. En este contexto tan incierto, la innovación tiene un papel fundamental que desempeñar y puede ser la clave para superar la crisis que, en mayor o menor medida, se extiende a todos los países. La innovación no puede ser contemplada como un gasto, sino como una inversión que dinamice las
economías, mediante políticas anticíclicas inteligentes.
Son muchos los ciudadanos que tememos que los fondos europeos se estén despilfarrando, porque los objetivos a los que van dedicados no los vemos como prioritarios. La Unión Europea está atravesando momentos convulsos,
entre otros motivos, porque su principal locomotora motriz, la alemana, tiene el motor gripado. La Comisión Europea debiera ser exigente en la evaluación la rentabilidad de las inversiones en innovación. Sin un claro liderazgo en I+D+i Occidente no podrá reinventar la globalización y
superar su reto más vital: depender sólo de sí mismo. Las principales conclusiones del recién aparecido Índice Mundial de Innovación (Global
Innovation Index 2022) son: 1) Las inversiones en I+D mundial en 2020 crecieron a un ritmo del 3,3%, sin caer, aunque ralentizándose respecto a la tasa histórica del 6,1% registrada en 2019. 2) Las asignaciones presupuestarias gubernamentales para las economías con mayor gasto en I+D mostraron en 2021 un panorama variado: creció en Corea y Alemania, pero se recortó en Japón y EE.UU. 3) Por su parte, las empresas que más invierten en I+D aumentaron su gasto en I+D más de un 10%, hasta superar los 900.000 millones de dólares en 2021. Este incremento lo impulsaron cuatro industrias: Hardware de TIC y equipos eléctricos; Software y servicios de TIC; Productos farmacéuticos y biotecnología; y, Construcción y metales industriales. 4) Las solicitudes de presentación de solicitudes de patente de marcas internacionales experimentaron un crecimiento particularmente fuerte en 2021, con un aumento del 15%. 5) El mayor auge se produjo en el capital riesgo, en el que las operaciones crecieron un 46% en 2021, si bien las perspectivas para 2022 son más sobrias por el endurecimiento de las políticas monetarias. Los siete países del mundo que
más innovan son Suiza con una puntuación de 64,6; Suecia (61,8); Reino Unido (61,6); Países Bajos 59,7); Corea (58,0); Singapur (57,8) y Alemania (57,3). España está en una situación deplorable, ocupando el lugar 29, siendo me- nos innovadora que naciones mucho más pequeñas que la nuestra. La frase “que inventen ellos” de Unamuno representa
una actitud hostil ante la ciencia que parece que sigue vigente. Si
bien hay una interpretación más benigna en la que consolarse. Para este gran pensador, el puro avance científico no era el remedio universal para las inquietudes y preguntas más sublimes del hombre.