Hagamos el esfuerzo de, por un momento, alejarnos de los nacionalismos, de los argumentos populistas y de la democracia sentimental. Hablemos de lo que beneficia y lo que perjudica a una sociedad y, en particular, a su futuro, es decir, los jóvenes.
Este martes 3 de noviembre, leíamos la noticia de que PSOE, Podemos y Esquerra Republicana de Catalunya pactaban juntos una propuesta de cambio de la actual ley educativa para, supuestamente, facilitar la inmersión lingüística. Dicha modificación consiste en eliminar el español como lengua vehicular en toda España. Es decir, este deja de considerarse el vehículo lingüístico adoptado para un entendimiento común entre personas que no comparten el mismo idioma materno. Y esto es un tiro en el pie (o mejor dicho, en la lengua). El Tribunal Constitucional lleva exigiendo a Cataluña desde 2014 que se imparta un mínimo del 25% de horas lectivas semanales en castellano. La nueva enmienda dificulta todavía más este cometido, puesto que otorga a Cataluña la capacidad de determinar qué asignaturas se dan en esta lengua y cuáles en catalán. Añaden que el objetivo final pasa por que los alumnos “tengan un buen dominio del castellano, y en su caso, de la otra lengua cooficial al terminar la educación básica”. Pero, ¿quién va a regular en qué consiste o no un buen dominio?
Analicemos esta reforma en el contexto educativo actual de Cataluña. Yo estudié en Gerona desde los 6 años hasta los 17, en un colegio concertado en el que, en teoría, se impartían más horas en castellano a la semana en comparación con los centros públicos. En la Educación Primaria, daba Lengua Castellana, igual que daba Inglés. Por lo tanto, estaba estudiando el idioma de mi país como si de uno extranjero se tratase. Cito aquí una anécdota: el horario que hacíamos en grande para la clase, tanto de Llengua Catalana como de English, exhibía sus respectivas banderas a modo de decoración, mientras que en el de Lengua Castellana aparecían unas simples letras. El profesorado no tuvo nada que ver con eso, al contrario; pero dice bastante que las alumnas, con apenas 12 años, percibiéramos la bandera española, nuestra bandera, como algo ajeno, incluso negativo. Pero esta no se trata de una cuestión de “banderismos” ni de pasión por los símbolos nacionales.
A partir de la Secundaria, introdujeron una asignatura más en español: Matemáticas, mientras que Historia se cursaba en inglés. Cabe preguntarse, ¿cuánto castellano se aprende a través de las matemáticas?
A pesar de esta situación de claro predominio del catalán en el sistema educativo, hace unos años se reclamaba una “escuela pública en catalán y de calidad”. Eso en un sistema en el que los propios libros de texto no se refieren a España como tal, sino al “Estado español”, en contraposición al país o nación catalana. Detalles sutiles, que pasan desapercibidos, pero que imprimen forma al pensamiento.
Hay diferencia entre poseer un nivel excelente de español y solo ‘chapurrearlo’, y más en niveles educativos superiores
Habiendo hecho este análisis desde dentro de la educación catalana, muchos aún utilizarán el argumento de que “los catalanes sí hablamos castellano”. Por supuesto, pero hay una diferencia entre poseer un nivel excelente de español, que te permita expresarte con coherencia y sin dificultades, y solo “chapurrearlo”. Y más en niveles educativos secundarios y terciarios. En aquellos casos en los que la lengua materna es el español, tal vez las horas impartidas en el colegio resulten suficientes. Pero en muchos otros no es así, y un modesto 25% de horas semanales de estudio en lengua castellana se traduce en niños que no la conocen. Cualquiera que haya salido de España habrá vivido la siguiente situación: no importa cuán alto nivel de inglés tengas; si estás en el extranjero y por fin puedes comunicarte en español, automáticamente te relajas y recurres a tu idioma materno para no esforzarte. Ese sentimiento lo tienen muchos catalanes respecto a la lengua nacional. Algo bastante triste.
Así pues, tal reforma de ley supone un retroceso. Se están poniendo trabas al bilingüismo que viene de cuna, y que no hace más que beneficiar al hablante. El poliglotismo, más allá de las mayores oportunidades que brinda, está comprobado científicamente que mejora las habilidades cerebrales, la capacidad de resolver problemas, la memoria o la comprensión social. Se están destinando excesivos recursos económicos y académicos al aprendizaje de un idioma regional, que no deja de ser una lengua hablada por un número limitado de personas comparado con el español. Esto no ha de interpretarse como un rechazo al catalán, sino, al contrario, como la defensa de que el bilingüismo debe prevalecer, ya que se trata de una de las grandes riquezas de España.
¿Por qué restringir las oportunidades educativas y laborales a los jóvenes?, ¿por qué no realizar un esfuerzo conjunto para que Cataluña y España, como unidad, aporten más talento al mundo europeo y global?