Estoy dispuesto a creer, sinceramente, que el concejal Zapata no es racista. Y la alcaldesa Carmena está por encima de toda sospecha en este aspecto. Pero ambos, con la decisión de la semidimisión, dan muestras de incoherencia y, lo que es peor para nuestra proyección internacional, de pasmosa ignorancia.
Que un flamante concejal de Cultura haya podido ya de adulto hacer circular el chiste infame de los judíos no es de recibo. No ya por el aspecto ético y de defensa de los derechos humanos tan caros a la alcaldesa, después de todo es posible que Zapata haya evolucionado en su siniestra veta humorística, sino por la impresión que causa dentro y fuera de nuestras fronteras.
En muchas sociedades extranjeras, poderosas muchas de ellas, el tema no es banal, no cabe trivializarlo, como algunos intentan aquí, argumentando que era sólo una broma, que no hay que sacarlo de contexto, que Rajoy y algún pepero también han tenido ocurrencias con sus tuits etc… No es en absoluto comparable. Zapata ha hecho mofa de las víctimas del terrorismo, de una asesinada y lo que resulta más grave para nuestra imagen, de los judíos y el holocausto. Esto exigía no sólo su salida de la Concejalía de Cultura sino de la Corporación.
Si el exterior se puede comentar que la Alcaldía de la capital de España está regida por gente que tuitea preguntando cuánto cuesta cargarse a un ministro, que había que empalar a otro etc… esto nos muestra bajo una luz bastante cerril, no beneficiosa. Pero que toda una alcaldesa, letrada ella, minimice tácitamente el tema de los judíos, que argumente que Zapata “no es problema”, que habrá que recolocarlo en otro sitio para aprovechar su capital, produce una pésima impresión. En otros lugares, estoy pensando en Estados Unidos de donde he recibido varias llamadas, es indefendible. Se presta a chanzas sobre “la tolerante y cosmopolita Madrid en donde al que hace cuchufletas infames sobre los judíos se le cambia de sitio en la Alcaldía pero se le mantiene”. Creadores de opinión en el exterior lo encontrarán difícil de creer y lo utilizarán, cuando no tengan otro asunto de qué hablar o escribir, el tema es siniestramente sabroso, comentando con sarcasmo las peculiaridades de los españoles.
No sé si muchos seguidores de Podemos, como dicen, apoyan las manifestaciones de Zapata. Sería penoso pero posible. Tampoco si la señora Carmena se pone de perfil porque es rehén de Podemos, por sectarismo o simplemente por palurdez. (Quizás ignore, por ejemplo, que las noticias llamativas o picantes que publica el New York Times son reproducidas a la mañana siguiente por un número inusitado de radios americanas). De lo que sí estoy convencido es que la “Marca España” no sale favorecida. El affaire del concejal Zapata es un disparo en la línea de flotación de nuestra imagen. Carmena ha neutralizado en un instante la labor oficial de más de un año para mejorar como nos ven en otros pagos, en prensa, inversores y turistas.