Ranking: competitividad fiscal
30 de enero de 2023

Hay políticos con tan pocos escrúpulos que, para ganar elecciones y continuar en su cargo, son capaces de hacer un daño grave al conjunto de los ciudadanos. Un ejemplo es aumentar la recaudación tributaria para malgastarla en otorgar caprichos oportunos a quienes ven como plebe y a los que desprecian.

En ese cupo de ególatras en el poder están también quienes seducen a mucho incauto excitando un perverso vicio: la envidia.

Quieren hacer creer que la desgracia de los más desafortunados la provoca una  supuesta avaricia de los que crean más valor, en un balance de suma cero. Esta patraña se desmonta porque hoy la generación de riqueza la proporciona, en buena parte, un sinérgico cóctel de riesgo y creatividad. Esa intuición, que lleva a descubrir un modo más eficiente de producir

algo, es lo que crea más valor.  Ahora son las ideas y no el  simple mercadeo de intercambios de bienes físicos lo que  despierta la prosperidad.  Hoy analizamos el índice Internacional de Competitividad Fiscal (ICF) que ha presentado recientemente la Tax Foundation. España  alcanza en esta clasificación  una puntuación de 5,6 puntos, lo que le coloca en la 34ª  posición de las 38 naciones  que componen la OCDE. Tener  la quinta peor posición no  favorece que llegue inversión  y talento a nuestra nación, sino todo lo contrario: que los  españoles invirtamos fuera. Si  a esa situación negativa se  añaden los tres nuevos  impuestos: a las grandes  fortunas, a las eléctricas y a  los bancos, nuestro país va  camino de ser considerado un  infierno fiscal.  La ICF referida al Impuesto  de Sociedades revela que las  cinco naciones que obtienen mejor competitividad fiscal son: Letonia (10,0 puntos), Estonia (9,8), Lituania (8,5),  Irlanda (8,3) y Hungría (8,2).  España, con 5,1 puntos, consigue una mala posición, la 33ª. En el Impuesto a la  Renta de las Personas Físicas  (IRPF), destacan Estonia  (10,0), Colombia (9,9) y  Eslovaquia (9,8), siendo los  más gravosos Francia (3,6),  Dinamarca (3,7) e Irlanda  (3,7).

El Instituto de Estudios Económicos (IEE) ha desarrollado un indicador de presión  fiscal normativa, que valora  la carga de gravamen que el  diseño del sistema fiscal  introduce en las economías, al margen de la cantidad que  se recaude. En 2022 nuestro  país alcanzó 116,4 puntos, un  16,4% más elevada que la  media (100) de la UE, una cifra mayor que  los 112,8 puntos  de 2021 o que los 110,5  puntos del año 2020. La puntuación de España es, además, un 16,8% más  gravosa que la del promedio  de los países de la OCDE (99,6). El IEE también ha  calculado el esfuerzo fiscal, un indicador que tiene en  cuenta los distintos niveles  de renta relativos de los  países, concluyendo que es un  52,8% superior al estimado  para la Unión Europea (110  puntos).  El problema del gratis total  que algunos políticos organizan para promocionarse es lo  que cuesta. Destaco la subida del salario mínimo que cierra  las empresas que dejan de ser  rentables por el aumento de  sus costes laborales, la  subida de las pensiones de acuerdo al alza del IPC (a costa de endeudar a los nietos de los que las cobran), las dádivas de los 400 euros a  los jóvenes nuevos votantes, el transporte gratuito en la Renfe y otros subsidios a parados que rechazan empleos, etc. El modo de pagar esos excesos es expoliar a los  que generan riqueza con el  consiguiente deterioro de  nuestra competitividad fiscal  frente a la de la UE, lo que a  su vez provoca la fuga del capital físico y humano españoles hacia lugares donde los tributos son más soportables.

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