La riqueza neta mediana (valor de los activos reales y financieros menos deudas contraídas) de los menores de 35 años se ha reducido entre 2005 y 2017 un 93,7% en España. En términos absolutos (euros contantes y sonantes), esto quiere decir que la riqueza neta ha caído desde los 84.700 euros hasta los 5.300 euros, según el informe de Fundación Civismo, realizado con datos de la Encuesta Financiera del Banco de España. Los jóvenes son los más perjudicados (económicamente) desde 2005, una situación que podría estar agravándose con la crisis del covid-19, que está golpeando a los sectores más intensivos en empleo juvenil.
El documento, elaborado por el economista José Francisco López, señala que la caída de la riqueza podría, en principio y si no se profundiza en los datos, atribuirse al retroceso de valor de la vivienda a raíz del pinchazo de la burbuja inmobiliaria. No obstante, el descenso de este activo podría explicar solo entre un 30% y un 60% de esta contracción, ya que, entre 2007 y 2011 se depreció, de media, un 38%. Además, en este caso se habría producido un descenso de la riqueza generalizada y no concentrada en los más jóvenes.
Descenso de la vivienda en propiedad
La realidad es otra bien diferente. El problema no radica tanto en que su valor haya menguado, sino en que cada vez menos jóvenes poseen una vivienda: en 2011 eran un 69%, y en 2017 un 41%. Las dificultades para acceder a una vivienda y un incremento de la preferencia por el alquiler, están haciendo que la riqueza neta de los jóvenes españoles se contraiga.
Los menores de 35 años pasan a pagar una cantidad mensual en forma de alquiler que iguala o supera el pago mensual de una hipoteca. La diferencia es que el pago de la hipoteca es una inversión (puede que la vivienda valga más o menos en el futuro y se puede vender o alquilar) que puede generar mayor riqueza (o no), mientras que el pago del alquiler es un gasto (se paga un servicio) sin más. Es cierto que el alquiler no genera cargas y aumenta la movilidad. Pero la gran ventaja la vivienda en propiedad es que es un bien de inversión (en parte un activo que puede generar riqueza), que a la vez permite al hogar propietario realizar una producción de servicios de alquiler (se disfruta de un servicio), que es consumida directamente por el propio hogar. Se invierte a la vez que se consume un servicio. Con un alquiler solo se consume.
La situación puede verse agravada por el covid-19, no solo por la propia crisis (que también), sino por el endurecimiento de las condiciones para conceder un préstamo hipotecario a los jóvenes pese a los bajos tipos de interés. Los bancos están analizando con lupa a quién se le concede un crédito de estas características. Los ‘agraciados’ disfrutarán de un interés históricamente bajo.
El informe destaca que «antes de la crisis de 2008, época en la que se concedía crédito fácil, rápido y sin restricciones, muchas personas accedieron a una vivienda. Gran cantidad de jóvenes entraban al mercado laboral e inmediatamente contrataban una hipoteca».
Hoy, la situación es diferente, pese al menor precio de la vivienda. Por norma general, ningún banco ofrece más del 80% del valor de tasación de la vivienda. Además, existen una serie de gastos iniciales, como los de notaría, tasación o impuestos que hay que desembolsar directamente, lo que supone entre un 10 y un 15% del total. Este desembolso inicial es el que impide a muchos inquilinos acceder a una vivienda en propiedad, pese a la fuerte subida de los alquileres.
De modo que muchas personas que desearían adquirir una vivienda en propiedad no pueden hacerlo porque no tienen el suficiente dinero ahorrado para afrontar los gastos iniciales. Así lo mostraba un estudio reciente de CaixaBank Research en el que se concluía que solo un 13% de las personas que viven de alquiler tienen ahorros suficientes para afrontar el desembolso inicial.
Por ello, a pesar de que el precio de la vivienda en relación a la renta mediana de una persona joven es inferior, el acceso a ella se torna mucho más complicado por el capital inicial necesario siquiera para formalizar la compraventa.
Sin dinero para la entrada
A este respecto, se ha producido un cambio en las preferencias sobre el modo de vida, y es que, según el Barómetro de junio de 2019 del CIS, un 45% de las personas que residían en una casa de alquiler no disponían de suficientes ingresos para comprar una vivienda propia, y el 81,8% de los entrevistados preferiría, si pudiera, adquirir una frente al régimen de arrendamiento.
Caída de las rentas
Otro factor que podría estar contribuyendo a la caída de la riqueza neta es el descenso de las rentas anuales (en su mayor parte rentas salariales o sueldos). De modo que la renta es una variable de flujo a partir de la cual se genera gran parte de la riqueza (variable de stock). Pues bien, la renta mediana (rentas laborales y no laborales antes de impuestos y cotizaciones) de este grupo de población ha disminuido de los 29.200 euros anuales de 2008 a los 22.800 de 2017 (últimos datos disponibles), es decir, un 22% menos.
Esta cifra es el mayor porcentaje de todos los grupos de edad, ya que fue de un -17% para el rango de entre 45 y 54 años, de un -15% entre 55 y 64, mientras que las rentas de las personas entre 65 y 74 años y de más de 74 se han incrementado alrededor de un 30%.
En cuanto a los activos financieros, en las cuentas y depósitos no utilizables para realizar pagos, los jóvenes experimentan la mayor disminución en su valor mediano (59,3%). Por otro lado, en 2002, el porcentaje de hogares con fondos de inversión cuyo cabeza de familia era menor de 35 años ascendía al 5,6%, mientras que en 2017 se cifraba en un 1,4%. El resto de rangos de edad se sitúa por encima del 6%.
Por otro lado, los planes de pensiones y seguros de vida de inversión o mixtos contratados en el grupo de edad de entre 65 y 74 años superan a los de menores de 35 y su valor mediano solo ha decrecido para este colectivo, un 80% entre 2011 y 2017.