“You´re going to reap just what you sow”. Lou Reed
La cifra de bonos con vencimiento de más de un año en la Eurozona y países nórdicos que ofrecen rentabilidades negativas ya alcanza los 1,8 billones de dólares, según JP Morgan. Se estima que a finales de 2015 el 18% de los bonos estatales emitidos en el mundo (Global Government Bond Index) tendrán tipos negativos. Cobrar por prestar a los estados. ¿Quién compra estos bonos y por qué? Analicemos primero el entorno.
“Represion financiera” es el término que se utiliza para identificar un periodo de bajos tipos de interés y depreciación de la moneda. Es el asalto al ahorrador que supone diluir el valor del dinero y su precio con el cuestionable objetivo de forzar –de ahí la palabra represión- a que el individuo o la empresa deje de ahorrar, y consuma e invierta.
El colmo de la represión financiera son los tipos negativos –cobrarte por depositar o prestar tu dinero-. Los defensores de esta práctica la justifican desde el argumento falaz de que el ahorro es malo y que lo que hay que hacer es obligar a gastar. Si el dinero no vale nada, los consumidores preferirán consumir y las empresas, al ser barato, utilizarán sus excedentes de caja para invertir aunque la rentabilidad sea baja.
Sin embargo, no ocurre. Porque el umbral de saturación de deuda se ha excedido, en una OCDE con más del 320% del PIB de deuda total, pública y privada. Así, se genera lo contrario de lo que se pretende conseguir. Más represión, más ahorro.
Un periodo de represión financiera como el actual lleva a familias y empresas a ahorrar mucho más. Las preferencias siguen centradas en ser conservador ante la creciente incertidumbre. Hace poco lo comentaba con uno de los grandes economistas actuales, Richard Koo, con el que discrepo en muchas cosas, pero respeto enormemente. La pregunta era: “¿Por qué no consumen más los japoneses con tipos tan bajos y políticas expansivas?” “¿Por qué no invierten más las empresas a pesar de bajos tipos de interés y liquidez extrema?” Porque no se fían. Porque la certidumbre de las subidas de impuestos y la fragilidad de las economías no se disfraza a pesar de manipular el valor y el precio del dinero. Unos estados que cada vez consumen más recursos de la economía real hacen que el consumo y la inversión sean actividades de alto riesgo.
Entonces, ¿quién compra bonos con rentabilidad negativa?
-Alguien que piensa que las bolsas y activos de riesgo se van a desplomar ante la saturación de liquidez de las políticas expansivas y su bajo impacto en la economía real. Por lo tanto, ante la posibilidad de perder un 1% en un bono comparado con perder un 20-30% en bolsa o materias primas la preferencia es obvia.
-Los que asumen que los países que no se lanzan a la guerra de divisassaldrán reforzados, y sus bonos se revalorizarán con la moneda local (nórdicos).
-Los que, como Richard Koo, piensan que los gobiernos y bancos centrales saben entrar en procesos expansivos de recompra de activos, el llamadoquantitative easing, pero no tienen ni idea de cómo salir. Por ello esperan que se den aún mayores bajadas de tipos y planes de expansión monetaria, que revalorizarán los bonos de bajo riesgo.
-Los que analizan estas políticas expansivas y guerra de divisas y, en vez de ver riesgo de inflación estiman un mayor riesgo deflacionista, ya que las preferencias por el consumo y la inversión no solo no mejorarán, sino que empeorarán al no fiarse de la manipulación de tipos y monedas.
En resumen, al contrario de lo que los neokeynesianos estiman, la represión financiera extrema lleva a actuar con aún mayor cautela -ahorrando y desinvirtiendo- a los agentes de la economía real. Mientras, la fragilidad de las economías puede aumentar si se continúa atacando al ahorro y a la renta disponible de los ciudadanos con impuestos.
La represión financiera solo consigue lo contrario de lo que pretende lograr. YPaul Krugman recomienda profundizar en éstas políticas hasta “forzar” a los inversores a adaptarse y claudicar. Y se equivoca, de nuevo.
El riesgo, sea en inversiones a largo plazo o decisiones de consumo, no se toma porque lo ordene un banco central. Se toma porque las condiciones son favorables y el horizonte claro. Si sólo actuamos bajando tipos y devaluando y no sobre las expectativas económicas, la renta disponible y la seguridad jurídica, lo único que creamos son burbujas a corto plazo en activos de riesgo. Y el que mira a más de un año no se lo puede permitir.
Al final dirán que no se hizo suficiente… y que hay que repetir.