Tras los primeros fallecimientos por el Covid-19, las bolsas asiáticas, norteamericanas y europeas se han visto sometidas a una volatilidad descontrolada. El resultado de esa inestabilidad ha sido un desplome impresionante. La alarma ha tomado fuerza tras las advertencias de Crédit Suisse, Deutsche Bank y otros bancos, acerca del riesgo de que las bolsas pudieran seguir cayendo varias semanas más o quizá meses. Como podemos observar en el gráfico, los casos de coronavirus en Europa no dejan de incrementarse. En primer lugar, tenemos a Italia, el país más castigado por los contagios, al tratarse del primero importó el virus. Esto ha llevado a que el principal índice de la Bolsa de Milán haya bajado superior al 28 % a partir del fallecimiento por esta causa del primer europeo. Alemania es el segundo país con más infectados y ha vivido algo similar. Desde la aparición del Covid-19 dentro de sus fronteras, el número de infectados ha crecido abruptamente, lo que ha preocupado mucho a los germanos bolsistas. Este temor ha provocado un tremendo descenso en el índice DAX. Que la bolsa ligada a la locomotora europea haya sufrido semejantes pérdidas ha repercutido en el resto de parqués de la zona.
Francia y España, con parecido número de casos, tampoco se han quedado rezagadas en lo que a miedo bursátil se refiere. Los índices CAC galo y el Ibex 35 español se han desplomado en las jornadas transcurridas desde la primera muerte por coronavirus en territorio europeo. Los valores más castigados en el mercado español han sido los ligados al turismo. Dañará a nuestra economía, ya que este sector supone un 14,6% del PIB español.
Sin embargo, el número de contagios de un país no constituye el principal detonante de los desplomes, porque lo que ocurre en las naciones vecinas contribuye con más fuerza a alimentar el pánico vendedor. Sirva como ejemplo Grecia, Polonia y Finlandia, donde solo se han documentado en términos relativos pocos casos de coronavirus, y cuyas bolsas, han sido algunas con mayores caídas.
De todo ello se desprende que, al margen de la amenaza real o infundada que suponga el virus para la población europea, en los parqués, siempre tan sensibles y asustadizos, los números teñidos de rojo se han convertido en el denominador común. Debido a esta reacción en cadena, a los enfermos se van a sumar otros pacientes, a quienes les aguarda por delante una larga y penosa convalecencia. Me refiero a los inversores bursátiles, a quienes les costará mucho recuperarse de estas pérdidas.