– Hasta 130 jornadas de trabajo son precisos para cubrir la factura tributaria.
– En 2012, fueron necesarios 124 días.
– Así consta en un estudio del ‘think tank’ Civismo.
Este 10 de mayo es el Día de la Liberación Fiscal en España, porque según los cálculos del think tank Civismo es hoy cuando los asalariados españoles empiezan a trabajar para sí mismos. Hasta ahora, durante 130 jornadas desde que empezó el año, lo han hecho para Hacienda.
En 2012 bastaron 124 días para saldar la factura tributaria. Pero las últimas subidas de impuestos, aprobadas por el Gobierno de Mariano Rajoy y también por las comunidades autónomas, han desplazado seis días la convocatoria en este ejercicio.
El IRPF (el impuesto sobre la renta de las personas físicas) es el que más carga representa para los trabajadores. Así, un español con una renta media de 24.400 euros brutos al año, tarda 54 días en pagar este gravamen; 32 en abonar el IVA; 23, las cotizaciones a la Seguridad Social que corresponden al trabajador; 14, los impuestos especiales; y 7, otros tributos. Esos 130 días acaban traducidos en 8.667 euros.
Los expertos de Civismo alertan del castigo que encajan las rentas del trabajo, “triplemente gravadas a través del IRPF, la Seguridad Social abonada por el empleado y la que desembolsa la empresa”, explican.
El 60% de la tributación sobre el trabajo está oculta y no aparece en la nómina. Si los trabajadores lo supieran se escandalizarían”, observa Pedro Schwartz, secretario de la Junta de Gobierno del think tank.
‘Mileuristas’ y asalariados acomodados
Desde Civismo, también apuntan que existe un trato de favor hacia los sueldos más pudientes, en detrimento de los más bajos. “El dinero que paga la renta más alta por la Seguridad Social y el IRPF es sólo 8 puntos superior al que abona un mileurista por los mismos tributos”, denuncia Cristina Berechet, jefe de investigación de Civismo.
Así, el tipo impositivo real para un mileurista es del 34,33%; del 39% para un salario neto de 1.600 euros al mes, y del 42% para uno de 5.400 euros. Según esta comparación, “pagan considerablemente más impuestos las rentas bajas y medias que las altas”, asegura el estudio.
“Para el empresario es más barato subir el sueldo a los trabajadores que más ganan, fomentado el ‘mileurismo’ »
Por otra parte, a diferencia de lo que ocurre con el IRPF, que es un gravamen progresivo (según aumenta la renta, el tipo impositivo también es mayor), las cotizaciones a la Seguridad Social aplican un porcentaje único del 36,25% (un 29,9% correspondiente a la empresa y un 6,35% del trabajador). Además, hay un tope máximo: las rentas que exceden los 3.425,7 euros al mes pagan únicamente hasta esa cota. Es decir, el cargo de la Seguridad Social es igual para un salario de 3.500 euros que para otro de 10.000.
Con este régimen, “salen beneficiadas las rentas altas”, apuntan desde Civismo. “Para el empresario es más barato subir el sueldo a los trabajadores que más ganan, fomentado el mileurismo y agudizando las posibles diferencias entre las clases sociales”, subrayan.
Comunidades y atractivo fiscal
Dado que no todas las autonomías tienen la misma tributación, la residencia en unas es más ventajosa fiscalmente que en otras. De hecho puede haber hasta 12 días de diferencia en el periodo que un asalariado debe trabajar para Hacienda, según viva en una u otra. El principal responsable de esta disparidad es el impuesto sobre bienes inmuebles (IBI).
Atendiendo a este aspecto, Cantabria es la peor comunidad para tener el domicilio fiscal. Ayuntamientos como el de Santander han establecido un IBI superior a la media del país. Además, esta comunidad ha aplicado el recargo máximo permitido sobre la venta de combustibles, que hace que el gasto en carburantes al cabo del año sea 80 euros mayor. Por todo esto, los empleados cántabros necesitan cinco días más para satisfacer la factura tributaria (hasta el 15 de mayo).Consideran, asimismo, que las cotizaciones son un “tributo oculto”, dado que en la nómina del asalariado no aparece recogida la parte que corresponde a la empresa y que sirve para pagar las pensiones, aunque “no es un seguro real para el contribuyente actual”.
Añadiendo la carga que soporta la empresa por él, el trabajador debería utilizar 54 días más (hasta el 3 julio) para satisfacer el pago de impuestos, o 7.296 euros adicionales (que si fueran parte del salario bruto, lo elevarían a los 31.696 euros).
Por el contrario, el País Vasco es la mejor autonomía. Allí, el Día de la Liberación Fiscal es el 3 de mayo (siete días antes). En este caso, la explicación la ofrece el IRPF. El régimen foral de la comunidad permite una carga menor sobre las rentas del trabajo.
Las alzas tributarias del último año han extendido el plazo que los asalariados necesitan para pagar impuestos en todas las comunidades. También Cantabria y País Vasco ocupan los extremos. Mientras que en la primera lo ha elevado en diez días; en la segunda, sólo lo ha hecho cuatro.
Las diferencias fiscales entre las comunidades “revelan que las autonomías tienen suficientes herramientas”, para distribuir la carga tributaria que recae sobre los contribuyentes y analizar un mayor o menor esfuerzo en favor de la reactivación económica y del empleo, concluye el estudio de Civismo.