Elegir a un economista que se dedica a los estudios sobre el desarrollo ya supone una declaración de intenciones. Este ámbito es el más expuesto al debate político, a las polémicas más enconadas –como la del crecimiento o la desigualdad–, y es el área donde más ideas preconcebidas existen. Pero que el comité Nobel haya elegido a Angus Deaton, profesor de Princeton, significa que sobre todo se ha querido premiar a un hombre de ciencia.
Deaton es un hombre de izquierda. Hijo de un minero escocés que llegó a graduarse como ingeniero, uno de sus primeros mentores fue el famoso Jack Revell,que elaboró aquel informe sobre las cajas de ahorro españolas que se hizo tan conocido a comienzos de la década de 1990. Pero el hombre clave en su formación fue Richard Stone, el experto que introdujo las tablas de doble entrada para calcular la renta nacional y que revolucionó el análisis macroeconómico.
«Mi padre creía en la educación y le gustaba medir las cosas», cuenta Deaton en Puzzles y paradojas: una vida dedicada a la economía aplicada. En esa reseña autobiográfica, el nuevo Nobel de Economía describe su característica más sobresaliente: no le gustan las demostraciones parciales, a su juicio las teorías económicas deben funcionar siempre y en todo lugar ante cualquier cuestionamiento empírico, casi como una ley física. Pero Deaton es flexible sobre el caudal que nutre a su ciencia: le da igual que los hallazgos se produzcan partiendo de la teoría a los datos o viceversa, siempre que exista consistencia en los resultados que arroja la realidad.
Por tal razón, no titubeó en destrozar el libro más influyente de la intelectualidad de izquierda británica de este siglo: The spirit level de Richard Wilkinson y Kate Pickett, publicado en 2009. Deaton demostró que los datos estaban sesgados y que el modelo de Wilkinson, al menos en lo que concernía a la salud, estaba precocinado para demostrar su tesis de que la desigualdad de rentas actuaba «como la contaminación en la atmósfera social y minaba la salud de todos». Según Deaton, en cuestiones de salud, la desigualdad política es mucho más determinante.
El nuevo Nobel, además, es el creador de la llamada Paradoja Deaton. No siempre la observación de los datos agregados arroja conclusiones válidas. De esa constatación surgió su modelo de demanda denominado Almost Ideal Demand System (Aids), que data de 1973. «Mucho de lo que pensamos o sabemos del mundo –afirma– depende de datos que pueden no significar lo que pensamos que significan, o que son contradictorios con otros datos a los cuales, por razones no bien explicadas salvo el hábito, les damos menos credibilidad».