Se acuerdan del año 2010? Entonces se decía que Castilla-La Mancha, que tenía una deuda del 15,6% del PIB, era ‘la Grecia española’, en alusión a su nivel de deuda insostenible. Seis años después las cosas distan mucho de mejorar. El volumen de pasivos en la región se ha más que duplicado, y sólo una comunidad autónoma, Madrid, registra un nivel de deuda en relación a su economía menor del que entonces presentaba la región manchega. Puede que el estado de alerta ya se haya despejado gracias a que el Banco Central Europeo ha inundado los mercados de capitales de liquidez, pero la deuda no ha dejado de aumentar y las administraciones regionales siguen disparando su déficit, lo que supone una fuerte vulnerabilidad si se cerrara el grifo del crédito.
Todo apunta a que las CCAA volverán a incumplir sus objetivos de déficit en el 2016, cuando el Gobierno central les ha marcado como meta cerrar el año con un desfase del 0,7% del PIB –aunque podría terminar siendo alguna dé- cima más cuando ajuste sus metas a la prórroga de Bruselas–. Y eso, a pesar de que el Estado les dio en julio 7.666 millones de euros correspondientes a la liquidación definitiva de las cuentas del 2014, en lugar de los 1.750 que les concedió el año anterior. El mejor termó- metro del grado de cumplimiento de los pronósticos presupuestarios es la variación interanual de la deuda, según los datos del Banco de España. Pues bien, estas cifras muestran que el volumen de pasivos de las autonomías ha crecido del 23,7% del PIB en junio del 2015 al 24,9% al cierre del segundo trimestre del 2016. Esto es, solo una ralentización mínima respecto a los datos del año pasado.
En los últimos cuatro trimestres siete regiones han acumulado un volumen de deuda bastante superior al 1% del PIB, señal de que muy probablemente incumplirán sus objetivos de déficit este año. Se trata de Extremadura (2,7%), Cataluña (2,6%), Aragón (1,6%), Asturias y Comunidad Valenciana (1,5% en ambos casos), además de Murcia (1,4%). Es muy destacable que todas estas comunidades ya superaron con creces el déficit en el 2015 y no se están enmendando, lo que indica las deficiencias de la Ley de Estabilidad Presupuestaria. Si bien esta norma ha impedido el incremento de gasto de los ayuntamientos, permitiéndoles entrar en superávit, su efectividad deja mucho que desear en el ámbito autonómico, por lo que urge tomar medidas cuando se constituya un nuevo Gobierno.
Por otro lado, Cantabria, Madrid, Andalucía y La Rioja se sitúan en un entorno de deuda del 1% del PIB, en algunos casos con grandes progresos respecto al porcentaje acumulado a lo largo del año anterior. Por eso, y gracias a unos mayores fondos, es posible que cumplan con los objetivos de déficit en el 2016. Por último, Castilla y León, Navarra, Castilla-La Mancha, Galicia, País Vasco y Baleares, bien han engrosado su deuda en niveles muy por debajo de la media, bien no lo han hecho en absoluto, como Canarias. Sin embargo el peso de estas regiones en el PIB es insuficiente como para que la bola de nieve pare de crecer. Si se quiere que el gasto autonó- mico deje de ser un lastre, es necesario aplicar una política de ‘palo y zanahoria’, premiando a las que más se ajusten a los objetivos. Y dado que el Ejecutivo no quiere castigar a los incumplidores crónicos, como Cataluña o Comunidad Valenciana, habría que recompensar a quienes no gastan más de lo que tienen, con el fin de incentivar que cada vez más regiones se sumen al ‘déficit cero’.