El primer trimestre de 2018 ha significado para la banca cotizada española un nuevo impulso a sus resultados, gracias a la respuesta favorable de la gran mayoría de mercados y negocios donde están posicionados. La banca se coloca como un agente más que aprovecha el tirón cíclico de las economías, tanto desarrolladas como emergentes, para generar mayores márgenes y coger algo de oxígeno ante los importantes retos de futuro que posee este sector como es el propio modelo de negocio a largo plazo.
En términos generales, mientras el negocio bancario tradicional se recupera lentamente, los bancos cotizados continúan generando retornos por la parte baja de la cuenta de resultados, a costa de reducir las dotaciones a provisiones más de lo que se reduce el montante de activos dudosos, y recortando costes de explotación sobre todo de personal y de infraestructura. También ayudan de forma significativa las plusvalías obtenidas en la venta de cartera de renta fija, mientras el volumen de activos y créditos fiscales se ha reducido considerablemente por su uso en los últimos años.
En los años en los que los tipos de interés de la deuda soberana alcanzaron sus máximos de la última década, los bancos hicieron importantes contribuciones a la cartera de bonos, habiéndolos comprado con precios a mínimos y cupones altos antes de que Draghi diera la garantía implícita del BCE de que nadie quebraría. Gracias a esta estrategia, la banca española cobra cupones altos que engrosan su margen de intereses, mientras que las ventas de bonos generan un resultado por operaciones financieras (ROF) que sostienen los resultados hasta el punto, en el caso de Sabadell o Bankia, de representar el 36,74 y el 32,2 por ciento del resultado de explotación, respectivamente.
Más allá de estos factores decisivos para generar retorno, es necesario revisar algunas magnitudes que caracterizan el negocio bancario y la necesidad de armarse frente a posibles shocks financieros, regulatorios y políticos. En primer lugar, admitiendo una aberración como es medir en un lugar como la banca los números a tipo de cambio constante, puede verse un desempeño positivo de los márgenes típicamente bancarios, los cuales se han movido desde un discreto 2,2 por ciento de incremento en Banco Sabadell hasta un +12 por ciento en Banco Santander. Los dos grandes bancos -BBVA y Santander- presentan un mejor comportamiento en el margen de intereses gracias a la recuperación de los tipos de interés en mercados como América, EEUU o Reino Unido, mientras que el negocio en España + negocio inmobiliario está en el mejor de los casos estancado o aún contrayéndose. Sólo en el caso de Santander se ha hecho notar de forma considerable la integración de un banco como Popular, comprando por un euro un negocio que valía 11.200 millones en fondos propios.
En segundo lugar, BBVA está mostrando una mayor capacidad de generación de márgenes que Santander en mercados como el mexicano o el de EEUU aprovechando la subida de los tipos de interés. Mientras BBVA en México ha frenado el coste de los depósitos (+50 puntos básicos), Santander lo ha incrementado en 80 puntos básicos, manteniendo estancado el margen de la clientela (BBVA lo ha aumentado en 8 puntos básicos). Y la mayor diferencia se registra en EEUU, donde BBVA crece en 35 puntos básicos el margen de la clientela mientras Santander lo ha reducido en 70 puntos básicos, a pesar de ser un negocio tan dinámico como el de crédito al consumo.
Esta misma habilidad no la tienen el resto de las entidades cotizadas en el IBEX 35, las cuales están enfocadas en el negocio nacional, salvo Bankinter. Esta última sigue siendo la que registra mejores márgenes, mayor rentabilidad sobre euro invertido, menor tasa de morosidad y mayor eficiencia. Su negocio en este momento está en mantener las ventajas competitivas y hacer una expansión prudente sin incurrir en costes demasiado altos. El resto de los bancos, cada uno mantiene un caballo de batalla diferente aunque con algunos puntos en común. Es el caso de Caixabank y Sabadell. Las dos entidades que prosiguen su expansión internacional están inmersas en dos procesos de integración: el portugués BPI en el caso de Caixabank y el británico TSB en el de Sabadell, teniendo este último que lidiar con un problema como es la enorme exposición que aún posee en el inmobiliario. Son un ejemplo extraordinario de hasta qué punto el beneficio atribuido poco o nada tiene que ver con la realidad del negocio.
Y por último, se sitúa Bankia con resultados discretos. Su apuesta por la banca comercial tiene importantes riesgos, dado que el negocio bancario tradicional no vive su mejor momento en España y menos cuando los competidores están apostando por más recortes de costes y negocios hacia lo digital. Sin duda, es un ejemplo de un banco sobre-capitalizado, apretado por una rentabilidad estrecha y con una espada de Damocles indudable como es no saber ni tener constancia de un calendario de desinversiones por parte del Gobierno.
En suma, los resultados van en la misma línea de los últimos cursos. Preocupa de dónde sacará la banca la rentabilidad en los próximos años. Sirvan como ejemplo dos datos: el retorno sobre activos ponderados por riesgo en media apenas llega al 1 por ciento, casi 2 puntos menos que el coste de capital promedio. Es necesario buscar con cierta premura un nuevo modelo de negocio para la banca.