La situación que atraviesa la economía en estos momentos es ya conocida por la sociedad. La dura crisis, doble además, que atraviesan la sanidad y la economía han puesto al país “patas arriba” a la espera de que el comportamiento de un brote vírico del cual no tenemos respuestas claras por parte del Gobierno, vaya amainando con el tiempo y permita que todo vuelva a la normalidad. Sin embargo, la pregunta que ahora nos hacemos los economistas es: ¿cómo será esa normalidad?
Recientemente se publicaban los pronósticos del Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre la evolución que prevé experimentar la economía mundial. El FMI anuncia una contracción económica de gran magnitud, la peor desde el Crack de 1929, con un descenso en el PIB mundial del 3%.
Para la economía española el descenso se cuantifica en el 8%. Una dura contracción que, ante los datos que publicaba el Banco de España, incluso pudieran considerarse una previsiones optimistas. El Banco de España ha cuantificado que la caída podría incluso superar niveles del 13%, lastrando y llevando otra serie de indicadores, como el desempleo, el déficit y la deuda, a niveles desorbitados.
En base a los cálculos del FMI, la crisis sanitaria y económica que vive la economía amainará durante el segundo semestre del año, reanudando en el mes de junio la actividad económica. Un escenario que, en estos momentos, podría considerarse utópico dadas una serie de variables.
Hace unas semanas publicaba un artículo en el que hacía mención a esas variables que, como el consumo, la trayectoria de la pandemia, el levantamiento del confinamiento, posibles recaídas en otoño, entre otras, siguen siendo incógnitas sin resolver, por muchos modelos estadísticos y matemáticos que traten de aproximarse. Estamos hablando de que podemos hacer predicciones, pero el comportamiento de la pandemia es imposible controlarlo en su totalidad.
En este sentido, y haciendo referencia a un estudio que hacía el economista Fernando Trías de Bes sobre el consumo, otra de las variables que hacía referencia el FMI precisamente era cómo evolucionarían los patrones de gasto tras la pandemia. Podemos creer en la hipótesis -que no la creo- de que la economía vaya a presentar esa normalidad en el mes de junio. Sin embargo, y como decía al inicio, ¿cómo será esta normalidad? Entendemos volver a la normalidad como regresar a los momentos previos a la pandemia. Pero, con un intenso deterioro de indicadores como el desempleo, el déficit y la deuda; con unas empresas que siguen sin recibir ingresos y con muchas rentas que se han visto reducidas; en un escenario en el que tampoco escenificamos la pérdida de capacidad productiva que podría sufrir la economía española, ¿cómo sabemos que cuando la normalidad llegue los patrones de gasto serán los mismos?
Para esto, ahora sí destaco el estudio del economista Fernando Trías de Bes, publicado en el diario ‘Expansión’. También destaco, por otro lado, un informe sobre consumo de la Universidad de Cambridge, realizado por diversos profesores e investigadores de BBVA. Ambos trabajos me llaman mucho la atención, pues, como economista, una de las preguntas que hasta ahora me he estado haciendo -parece que aquellos que pronostican el optimismo no- es cómo será esa reanudación de la actividad económica si no se reanuda el consumo de la sociedad. No hace falta ser un experto economista para prever que ante una variación negativa en los patrones de gasto, los ingresos de las empresas se merman y, en un escenario tan delicado, podría incluso agravar la pérdida de capacidad productiva.
Por un lado, el estudio del economista Trías de Bes se centra en un sondeo que trata de proyectar la percepción de la economía que tiene la sociedad, así como su comportamiento futuro. Mientras que, por otro lado, el informe de Cambridge se centra en los patrones de gasto durante el confinamiento. El primer estudio destaca una reducción inminentemente posterior a la reanudación de la actividad económica. Cerca de un 70% de los encuestados por el estudio del economista afirma que reducirán su consumo, mientras que el 42% de los encuestados ya considera que ha comenzado a ahorrar. El 90% de los encuestados, concluye, considera que la economía va a ir peor tras la crisis.
Si contrastamos estos datos con los de la Universidad de Cambridge, ese 42% que dice el economista Trías de Bes se confirma con los datos que presentan estos investigadores sobre el consumo tras el confinamiento. Descontando el duro ‘shock’ de oferta que vive la economía, estamos hablando de una reducción en el consumo bastante notable. Ahora bien, la clave de esto está en que no sabemos si ese consumo que muestra una reducción del -49%, cuando la crisis se disipe, se concentrará en ese ahorro que pronostica el economista en el otro estudio.
Estos datos son de gran relevancia, pues estamos ante un escenario en el que los estudios siguen clarificando escenarios de claras reducciones en el consumo, lo que podría invalidar muchos pronósticos que consideran una reanudación total. Y es que, en una economía como la española, el comercio, además de representar cerca de un 13% del PIB, también es el sector que más empleo concentra. Si esto lo sumamos a un claro deterioro de otro sector tan importante como el turismo, los niveles de renta podrían provocar esa recesión en el consumo.
Sea como sea, estamos hablando de una situación bastante plausible y que los gestores españoles deberían contemplar. La autocomplacencia y la evaluación de escenarios es correcta, pero no debemos desestimar escenarios por malos que sean, pues, como decía al inicio, cualquier variable de las que integra el modelo podría presentar desviaciones, generando externalidades negativas que podrían agravar la situación. Por esta razón, contemplar todas las opciones y prever planes de contención de forma previa podría ser clave para anticiparnos, por primera vez en esta crisis, a escenarios negativos para nuestra economía.