El dilema de Esporrín
10 de junio de 2019

La concejal socialista Maite Esporrín se ha caracterizado por la responsabilidad de haber compartido muchas iniciativas con Enrique Maya (Navarra Suma), para frenar las sectarias políticas de Bildu. Sorprende ahora su deseo de postularse a ser alcaldesa, cuando para conseguirlo necesita contar con los siete votos de la formación nacionalista radical, contra la que ha combatido tantos años. También resulta incomprensible que, para ostentar el cargo, se preste a un acuerdo de gobierno municipal con Geroa Bai, partido con sólo dos ediles. La aprobación de los acuerdos de ese consistorio dependería también de Bildu, condicionante que convierte la pretensión de esta concejal en una grave imprudencia.

Esporrín tiene segura la alcaldía porque tanto Bildu como Geroa Bai la votarán, porque con ella sacarán más provecho que con Enrique Maya (Navarra-Suma). No es ciencia ficción lo que les digo. Hace cuarenta años pasó exactamente lo mismo con un reparto de concejales similar. UCD sacó 8 y UPN 5 (ahora serían los 13 ediles de Navarra Suma); Herri Batasuna (actual Bildu) sacó 7 ediles; PSOE (actual PSN) sacó 5; y PNV (actual Geroa Bai) sacó 2. En ese año de 1979, también por sorpresa, Herri Batasuna hizo que la alcaldía que iba a ser para el candidato de UCD y UPN fuera para Julián Balduz (PSOE). ¿Por qué el PSN no escarmienta? Me da pena que Ferraz tenga que deslegitimar a Maite Esporrín, tal como se vio obligado a hacer con Fernando Puras en 2007. Pedro Sánchez no creo que permita el espectáculo de oportunismo que representaría para el PSOE lograr la alcaldía de Pamplona con los votos de Bildu, porque arriesgaría su investidura como presidente del Gobierno de España y, además, perjudicaría la imagen de alejamiento de nacionalistas e independentistas que pretende expandir.

Presidir la corporación supondría estar sometida al chantaje permanente de una moción de censura. Esta espada de Damocles la convertiría en una regidora muy dependiente de los antojos nacionalistas. Seguramente, Bildu y Geroa Bai no plantearán ningún gran órdago, pero si ejercerán la presión imprescindible para que, sin hacerla caer, tenga que ir cediendo a las políticas sectarias que le dicten. Comenzarán imponiéndole no sólo la continuidad de las medidas que introdujo Asiron, sino que éstas sean impulsadas suavemente. El resultado será el avance de la euskadización de la ciudad.

Sra. Esporrín, no juegue con la precaria situación en la que se encuentra Navarra por su ambición de un mandato que, además, será para usted todo un calvario. Lo probable es que sufra las coacciones e intimidaciones que le harán tanto desde dentro del consistorio, como desde la calle, escenario que Bildu sabe agitar como nadie. Por favor no se mueva por el puñado de militantes del partido que le animan. Mejor piense también en sus votantes, que son a quienes les debe su puesto de concejal. Dígales a la cara que prefiere presidir el consistorio, aunque conlleve estar condicionada por quienes han atropellado sus derechos de igualdad de oportunidades por no saber euskera. Creo que si se les pudiera consultar a quienes confiaron en usted en las urnas desaprobarían su ascenso. Los programas de Navarra-Suma y el PSN son muy similares en la mayoría de sus propuestas, porque comparten el mismo modelo de ciudad.

Esos dos partidos están llamados a entenderse en el Ayuntamiento de Pamplona, porque así lo demanda la mayoría de los pamploneses. La Sra. Esporrín tiene un grave dilema. De un lado elegir una promoción personal a un cargo en el que no le van a permitir desarrollar su programa, y de otro, tener la grandeza de ceder ese primer puesto y compartir un equipo de gobierno en el que podrá ser leal a sus propios principios, a los del PSN y a los de los pamploneses constitucionalistas.

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