Una reunión extraordinaria de la OPEP sería inútil
21 de enero de 2016
Por admin

El crudo ha seguido cayendo por debajo de niveles que incluso sorprenden a los más pesimistas. En “La Madre de Todas las Batallas” (Deusto) y esta columna hemos comentado en varias ocasiones las razones y las consecuencias desde hace mucho tiempo . Ya explicábamos en junio pasado que el “desplome del petróleo es estructural”, por ejemplo.

Ayer, de nuevo, Venezuela pidió una reunión extraordinaria de la OPEP. No es de extrañar. Es uno de los países con menor renta per cápita de toda la OPEP y el que se encuentra en una peor situación económica, con una inflación superior al 190%, caída del PIB más pronunciada de todos los países petroleros y una escasez que llega al 80%. Además de ser una de las economías más dependientes del petróleo –dependencia que ha aumentado con el chavismo- es una de las que peor ha derrochado la enorme renta petrolera de todos los países de la OPEP. Recordemos que durante el periodo de gobierno de Chávez los precios del petróleo casi se multiplicaron por diez y el país redujo menos la pobreza que otros sin riqueza en materias primas. Otros países de la OPEP utilizaron esa década de precios altos para reducir deuda a casi cero, modernizar el país y reducir dependencia. Hoy, Venezuela, la cigarra de la organización, exige a las hormigas una ayuda.

La solicitud de esa reunión extraordinaria se ha recibido, como no podía ser de otra manera, con falta de interés. Cuatro delegados de la OPEP informaron a Reuters que es poco probable que se reúnan.

¿Por qué? Los productores de menor coste argumentan, y con razón, que no tiene ningún sentido que sean ellos los que equilibren el mercado y no aquellos que tienen costes más altos.

Por otro lado, los países productores más eficientes saben que si se reuniesen y acordasen una reducción de producción, inmediatamente la compensaría el aumento de volúmenes desde Norteamérica y Rusia. Por eso se niegan a llegar a acuerdos que sólo afectan a alrededor de un 32% de la producción global (la OPEP) sin un compromiso de los países “no-OPEP” y de Irak, invitado que ya produce más que en el máximo de la época de Saddam Hussein.

Irán, que acaba de salir del embargo, puede añadir al mercado entre 1 y 1,5 millones de barriles al día rápidamente, y tras años de sanciones no va a ser el que decida limitar su producción. Tampoco lo va a hacer una Arabia Saudí que cuenta con el menor nivel de deuda, mayores reservas y costes de extracción bajísimos.

Una decisión unilateral de recorte sería contraproducente en lo que respecta a su imagen de cara al exterior. Dar la impresión de “atacar a tus clientes” como explicaba Al-Naimi en una de las reuniones de la OPEP es casi suicida. Se acelera la reacción –sustitución, cambio tecnológico- y se crean barreras que acaban siendo negativas para todos. Recortar cuotas supondría una especie de “subvención encubierta”, un “rescate indirecto” a las tecnologías y alternativas energéticas que son más caras, ineficientes y menos flexibles.

Finalmente, como todos los que hemos sido invitados a alguna reunión de la OPEP hemos vivido, los productores saben que si deciden un corte de producción, los más ineficientes se lo van a saltar para mitigar el daño a sus ingresos fiscales.

Todos saben, Venezuela la primera, que si recortasen producción en unos meses, quizá semanas el mercado volvería a desajustarse por la vuelta de aquellas tecnologías menos competitivas, no solo las fósiles.

No es una casualidad que, a pesar de la gran caída, Irán anunciase una bajada de su precio a los clientes europeos el mismo día en que se levantaban las sanciones. La batalla por la cuota de mercado es evidente, y el hecho de que EEUU pueda exportar añade un jugador relevante a esa “pelea” comercial y pacífica.

¿Quién gana si todo el mundo sufre? Los más eficientes. Los subvencionados, caros, los que “necesitan” precios altos para sufragar sus gastos políticos en el exterior, etc. Esos no tienen por delante un entorno muy atractivo.

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