Un nuevo Nobel al “Behavioural Economics”
16 de octubre de 2017
Por admin

La unión entre “Economía” y “Psicología” (Behavioural Economics) sigue recibiendo los Nobel de Economía en cascada. Pero en esta ocasión, la concesión del Nobel al Profesor de Chicago Richard Thaler tiene un valor diferencial, el cual reside en haber trascendido del conflicto entre aquellos que piensan que el ser humano es racional frente a aquellos que lo consideran conscientemente irracional.

Thaler, al igual que lo hace otro importante exponente de esta rama investigadora como es Daniel Kahneman, rehúye de los tópicos y el análisis fácil que representan sus colegas Robert Shiller y George Akerlof, los cuales sentencian que el agente económico está sujeto a múltiples manipulaciones por parte del mercado, confiando en que su acción sigue siendo bien definida por el concepto de “exuberancia irracional”  que acuñó Shiller tras la crisis de las puntocom en 2001.

Todo está en el conjunto de información y las diferentes alternativas sobre las que un ser humano tiene que tomar una decisión. Así, el profesor Thaler subraya la importancia de este entorno, ya que determina el sentido de las decisiones y las explica. Como reza en cualquier postulado de la ciencia económica, un agente económico toma sus decisiones sujeto a una serie de restricciones y a una información dada. Aunque la mayor parte de los economistas del “Behavioural Economics” han puesto el énfasis en la decisión en sí para dictaminar de forma atemporal y fuera de los esquemas espacio-tiempo de cada individuo que el ser humano es irracional y forma unas expectativas irracionales, Thaler indica hasta qué punto dicho conjunto de información y las restricciones aplicadas al caso son determinantes en la racionalidad. Suele olvidarse, a este respecto, que una expectativa es racional si el valor esperado de una variable en el momento “t-1” dado el conjunto de información existente en “t-1” es igual al verdadero valor que toma la variable en el momento siguiente “t”.

De esta forma, Thaler sigue la tradición asentada por economistas como Kenneth Arrow en 1963 cuando subrayaron que la racionalidad de los agentes no era la única condición deseable para establecer una buena regla de elección colectiva. En aplicaciones como la votación, es claro hasta qué punto hay una serie de alternativas consideradas “irrelevantes” (llamadas así porque no se contemplan dentro del ámbito de la decisión) que sí resultan importantes y que condicionan enormemente el resultado final.

Pero también la toma de decisiones se ve condicionada por lo que hace el resto de la gente de alrededor. Lo que toda la vida hemos conocido como “efecto rebaño” en realidad pasa y de qué forma. El estudio de los individuos da lugar a la “psicología de masas” que sustenta hechos como sobrevaloraciones flagrantes de los mercados financieros. No es que los individuos sean irracionales sino que es el convencimiento de que lo que piensa la mayoría es lo correcto el que determina una solución errónea.

Sin embargo, el profesor Thaler falla al considerar la distribución de probabilidad de las decisiones, asumiendo normalidad. Como bien señala Taleb, ninguna de las decisiones humanas se ajusta ni de lejos a una distribución normal, sino que son distribuciones degeneradas que suelen tener colas largas y gruesas. A pesar de la minuciosidad que Thaler usa en el análisis del conjunto de información, no tener en cuenta este factor crucial hace que el análisis sea incompleto y lleve a predicciones deficientes.

En cualquier caso, en suma, el Nobel es sin duda merecido para un académico de Chicago como el profesor Thaler y para toda una disciplina que llevada con prudencia y realismo será la que probablemente haga las contribuciones más interesantes a la ciencia económica en los próximos años. 

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