Tormenta foral perfecta
9 de junio de 2015
Por admin

En las recientes elecciones se han cumplido tres famosas reglas: la ley de Murphy, “si algo puede salir mal, saldrá mal”; el principio de Peter adaptado a la política, “en las partitocracias, todo político tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia”; y el efecto mariposa, “el aleteo de las alas de una mariposa puede provocar un tsunami al otro lado del mundo”.

El pasado 24 de mayo se produjo en Navarra una coincidencia de hechos fortuitos que pueden dar un giro a la historia del Viejo Reyno. Tanto en Navarra como en Pamplona, el poder va a ser asumido por formaciones nacionalistas y/o antisistema. El reparto de los
votos constitucionalistas entre más partidos ha sufrido el castigo de la Ley de D’Hont. Si no se hubiera presentado Ciudadanos y los votos que esta formación ha sacado hubieran ido a UPN o PSN, habría habido dos parlamentarios más en estos partidos. Otro factor sorpresa ha sido que la formación de Rivera se quedó a tan solo doscientos votos del 3%. Superar este umbral les habría dado un parlamentario. Si alguna de estas casualidades no hubiera ocurrido, Navarra tendría un Gobierno muy distinto. Murphy se ha cumplido produciéndose un escenario tan improbable como negativo para los que ni somos nacionalistas ni radicales antisistema. Un segundo factor del vuelco de los comicios es la bronca interna en UPN, PP y PSOE. La salida del partido o la dimisión de algunos cargos del PPN en vísperas de las elecciones no les ha favorecido. La rueda de prensa del candidato de la formación regionalista contra la presidenta de su partido pasará a la antología como ejemplo de deslealtad y, sobre todo, de torpeza política. Como dice el dicho familiar: “Los trapos sucios se lavan en casa”. Hay demasiado político que se ha demostrado incompetente. También el PSN ha sufrido una división fratricida que habrá hecho que los más escocidos se queden en casa. El principio de Peter ha sido certero de nuevo.

La tercera desgracia es el descrédito de la clase política hacia los grandes partidos nacionales. Aquí en Navarra no hay ningún imputado, como ha ocurrido en Andalucía con socialistas en los juzgados por los EREs, o los del PP por el caso Gurtel y la operación púnica. La avidez de ‘noticias escándalo’ por parte de la televisión ha hecho que tanto PSN como PPN hayan sido perjudicados por la corrupción de sus matrices. Lo que ocurre fuera de Navarra ha afectado seriamente a la sensibilidad ciudadana y se ha producido un injusto acanallamiento de toda la clase política. Puro efecto mariposa.

Soy muy partidario del principio de Hanlon: “Nunca atribuyas a la maldad lo que puede ser explicado por la estupidez”. El espectáculo del Parlamento foral en los tres últimos años algo tiene que ver con este aforismo. Si uno revisa el libro de sesiones de nuestro legislativo,
comprueba un hecho innegable: las prioridades de los partidos no se corresponden con las de los ciudadanos. Afortunadamente ha sido un período de obligada austeridad y se ha cumplido la sentencia de Talleyrand- Périgord: “Nadie puede sospechar cuántas idioteces políticas se han evitado gracias a la falta de dinero”.

Como le oí decir al artífice de la transformación de Polonia en un país de economía abierta, Leszek Balcerowicz, “las malas políticas son la salida más fácil al descontento. Las buenas medidas, en cambio, nunca surgen de la nada, y la sociedad tiene que organizarse para
reclamarlas”. Navarra es demasiado importante para dejarla exclusivamente en manos de los políticos. La sociedad civil tiene que rearmarse de valor y participar porque, querámoslo o no, condiciona nuestra libertad, el bienestar y nuestra propia vida. No votar o ponerse de perfil no quita la responsabilidad de los fracasos que tenga el gobierno que hayamos elegido. La política debe dejar de ser un oligopolio que todos sustentamos y ese empoderamiento civil depende de que usted y yo hablemos fuerte y claro.
 

Publicaciones relacionadas