Algunos lectores conocerán el funcionamiento de la curva de Laffer. Este concepto explica que, conforme aumenta la presión fiscal, lo que se recauda por cada venta es cada vez menor y, a partir de cierto punto, los ingresos no crecen, sino que disminuyen. Esto es lo que ha sucedido en gran medida con el famoso céntimo sanitario de la gasolina, que ni es céntimo (porque roza los cinco céntimos en lamayoría de las comunidades) ni es sanitario (porque no se tiene por qué destinar a la sanidad).
El mayor problema reside en aquel las regiones que se embolsan el 50% del IVA y de los impuestos especiales de los hidrocarburos, lo que ya supone más de 28 céntimos por litro. Tratar de elevar más aún la recaudación puede suponer que los transportistas y otros viajeros reposten en las comunidades vecinas y matemos a la gallina de los huevos de oro. Al hablar de combustible nos referiremos siempre al gasóleo, que supone el 85% del combustible gastado. Sin embargo, la introducción de este tributo apenas ha recaudado un 14% de lo que habría podido lograr. Elmotivo proviene de una caída del consumo. Además, conviene tener en cuenta las posibles pérdidas de IRPF y Seguridad Social, provocadas por el despido de trabajadores del sector en las regiones más afectadas.
Veamos cómo ha funcionado este tributo desde 2002, en un contexto en el que el consumo de carburantes ha caído un 9,4% a causa de la crisis económica y una mayor eficiencia energética. En primer lugar, aquellas regiones que han aplicado el tributo –y que no tienen frontera con las que no aplican el céntimo– se han podido ver beneficiadas de un incremento de la recaudación por unos impuestos mayores. Sin embargo, tan sólo en dos casos (Extremadura y Galicia) se ha producido un aumento de ventas. En el resto de regiones, simplemente se ha dado una subida de la presión fiscal mayor que el descenso del consumo, lo que en ningún caso supone una buena noticia para los ciudadanos.
A continuación, se encuentran aquellas CC AA con céntimo sanitario que han tenido que afrontar la competencia directa con aquellas que no lo recaudaban. A excepción de la situación en Castilla- La Mancha (donde los ingresoscrecen un 5,1%), todas ellas han salido perdiendo, con un desplome de las ventas de hasta el 18,1%. En conjunto, cada euro de imposición fiscal añadido apenas ha logrado 1,2 céntimos de recaudación en esta zona.
Finalmente, aparecen aquellas regiones que, o bien no han aplicado el tributo (Aragón, País Vasco, Navarra o La Rioja) o lo han hecho de forma moderada (Madrid). Estas comunidades han aumentado su recaudación hasta un 6,1%, como es el caso de Navarra, ya que han atraído el tráfico de las regiones vecinas, lo que les ha ayudado a impulsar sus ventas. Aunque los ingresos fiscales habrían caído una media de un 3,6%, esta es una cifra positiva ya que amortigua una caída del consumo que hubiera sido el triple de esa cifra en el conjunto de España (9,4%). Y, lo mejor de todo, han conseguido preservar unas cuentas saneadas sin gravar más al contribuyente. Así, en un escenario en el que el consumo no se hubiera reducido les habría reportado unos ingresos extra del 6,4%, con un trato más favorable a los ciudadanos.
