Saneando Argentina
19 de mayo de 2018
Por admin

La Dirección Ejecutiva del Fondo Monetario Internacional (FMI) se reunió ayer con un equipo de funcionarios argentinos, de los Ministerios de Finanzas y de Hacienda, para avanzar en la concesión de un crédito que el Gobierno de Mauricio Macri solicitó al FMI. El préstamo podría alcanzar los 30.000 millones de dólares, y tiene como objetivo estabilizar el tipo de cambio del peso frente al dólar. La noticia ha estado precedida por el aumento de los tipos de interés argentinos que se hizo hace una semana, con el fin de frenar la caída del peso, que ha venido sufriendo una continua depreciación frente al dólar. Éste valía 9,8 pesos en diciembre de 2015, cuando el presidente Macri asumió el poder, y llegó a cotizar hace una semana en su máximo histórico de 25 pesos. Sin embargo, ante el anuncio de la intervención del FMI, el tipo de cambio se ha apreciado ligeramente, y ayer cotizaba a 24,3 pesos por dólar.

El incremento de los tipos de interés y la solicitud del crédito al FMI señalan el compromiso del gobierno de Macri de evitar los controles directos sobre el tipo de cambio, y el intento de limitar las salidas de capitales fuera del país. Se trata también de una forma de compensar a los inversores que apuestan por el futuro de Argentina y por las reformas del presidente.

Efectivamente, los esfuerzos de Macri por introducir más competencia en el mercado interno y abrir las fronteras argentinas al comercio internacional están cosechando algunos frutos. La herencia que recibió de los gobiernos populistas de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner fue pésima. Los malos resultados económicos obtenidos durante sus últimos años en el poder se derivaron del deterioro de las instituciones y de las malas políticas aplicadas: controles de precios, restricciones aduaneras, prohibición a las exportaciones de carne, subsidios a los precios de la energía, gasto público desbordado, nacionalización del sistema de pensiones privadas, inseguridad jurídica, hostilidad del Gobierno hacia la inversión extranjera, intromisión política en la Justicia y corrupción generalizada.

Los desafíos que tuvo y tiene que afrontar el Gobierno de Macri para ir deshaciendo todo este entramado de políticas heterodoxas están siendo enormes. Sin embargo, ya se empiezan a percibir los resultados de sus medidas en el terreno económico. Mejoran los principales objetivos, como el crecimiento, la estabilidad de precios y el equilibrio de la balanza de pagos.

1)En 2016, como consecuencia del ajuste económico encaminado a reequilibrar la economía, el PIB disminuyó un 1,8%. Sin embargo en 2017, el crecimiento económico fue del 2,9%. Para este año, el FMI espera uno del 2% y, para 2019, de un 3,2%. Es decir, uno muy parecido al de otros países de su entorno. Así, el de Brasil será este año de un 2,3% y, en 2019, de un 2,5%; el de México, de un 2,2% y 3%; el de Colombia, de un 2,7% y 3,2%; y el de Chile, de un 3,4% y 3,3%.

2)La inflación argentina estaba por encima del 40% en 2016, pero bajará hasta el 22,7% durante este año, según el FMI. Aunque sigue sobrepasando la meta del 15% establecida por el Gobierno, camina en la dirección correcta. Además, el propio Fondo indica que en 2019 se alcanzará el objetivo.

3)Mientras que durante el periodo 2010-2016 el déficit exterior había ido aumentando, en 2017 ya se ha reducido, por el alza de los precios de los productos agrícolas y del petróleo, la eliminación de controles de cambio, así como la posterior depreciación del peso, lo que está favoreciendo las exportaciones e incrementando su valor, y encareciendo las importaciones. Es decir, el país es más competitivo, lo que aumenta las ventas al exterior de productos manufacturados. Deberían hacerlo un 5,2% este año, y un 6,4% el que viene.

¿QUÉ POLÍTICA ECONÓMICA HAY QUE APLICAR?

Vista la situación, el Gobierno argentino debe seguir firme en la línea de: a)pagar la deuda soberana, b)eliminar las restricciones aduaneras a los productos importados, c)evitar los controles de precios, d)reducir las subvenciones, a fin de controlar el déficit público, e)aplicar, por parte de su Banco Central, una política monetaria más restrictiva y f)afrontar las reformas fiscal, de seguridad y defensa, y la de los sectores de energía y minería. Mediante estas políticas se conseguirá fortalecer la confianza de los agentes económicos y, con ella, la ampliación del tejido empresarial, lo que generará crecimiento económico y empleo, estabilizará los precios, equilibrará la balanza de pagos y mejorará el bienestar de los ciudadanos.

Pero los retos de Macri no se circunscriben a los cambios y ajustes en las políticas macroeconómicas. Sus esfuerzos se deben concentrar también en atraer la inversión extranjera. Afortunadamente, los organismos internacionales empiezan a citar a Argentina como un país que está enfrentando sus problemas y recuperando así un estatus atractivo para hacer negocios.

Dos informes publicados recientemente así lo señalan. En el Índice de Libertad Económica que elabora The Heritage Foundation, Argentina mejora, dejando de ocupar puestos de cola. En 2015, estaba en la posición 169, de un total de 178 países; y en 2018, ya está en la 144, debido precisamente a la apertura de su economía.

También ha mejorado en el último ranking del Índice de Percepción de la Corrupción, que publicó Transparencia Internacional este año (con información de 2017). Argentina ha obtenido 39 puntos (donde cero significa altos niveles de corrupción, y 100, muy bajos). Con esa puntuación gana diez puestos respecto al 2016, situándose en el número 85 de los 174 países estudiados.

En definitiva, el préstamo del FMI de 30.000 millones de dólares podrá ayudar al país a estabilizar el tipo de cambio, consolidar las instituciones y dar mayor confianza sobre el futuro económico del país, tanto a los inversores nacionales como internacionales. Seguramente, el Fondo querrá imponer condiciones de ajuste económico para que el sistema productivo funcione, asegurar así un crecimiento sólido y duradero a medio plazo y que, en consecuencia, el crédito concedido pueda ser devuelto. Por desgracia, la percepción de los argentinos sobre las medidas de austeridad impuestas en otras ocasiones por el FMI no es muy buena. Fruto de la campaña publicitaria y populista de la familia Kirchner, el Fondo es para ellos sinónimo de empobrecimiento de la población.

Por tanto, el Gobierno de Macri debe aprovechar para negociar con habilidad el préstamo del FMI, acordando unas condiciones que permitan el crecimiento económico y del empleo a medio plazo. Y no sólo eso, tiene que saber explicarlo a los ciudadanos. Acaso ése sea el mayor reto de Macri desde que es presidente.

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