Ranking: Tamaño del Estado
10 de marzo de 2023

A medida que aumentan el gasto público, los impuestos, las empresas controladas por el Ejecutivo y el intervencionismo regulatorio, la toma de decisiones gubernamental sustituye a la elección individual. Esto se traduce en una disminución de la libertad económica de los ciudadanos, porque toda hipertrofia del Estado va en detrimento de la sociedad civil. Un ejemplo palmario que causaría sonrojo en un país civilizado es que el Gobierno central ha disparado en un 45% el número de altos cargos y asesores tras el acceso de Pedro Sánchez, acumulando más de 1.360 empleados elegidos a dedo para los puestos más elevados de la Administración. Lo peor es que bastantes de estos nombramientos han recaído en trabajadores que nunca habían tenido responsabilidades relevantes en el área de su ministerio. 

Aunque el gasto público en programas de ayudas coyunturales ante una crisis es ineludible, esto no significa que un mayor tamaño del Gobierno o el Estado proporcione mejores resultados. El actual resurgimiento del gasto público no augura nada bueno para las perspectivas futuras de crecimiento económico. Según Livio Di Matteo del Fraser Institute, hay evidencias irrefutables, recogidas a lo largo de los últimos 150 años, que muestran que las tasas de crecimiento se ralentizan a medida que el sector público se agiganta. Mientras que un Estado con el tamaño ajustado a lo necesario fomenta el crecimiento, uno excesivamente grande reduce la productividad y perjudica la economía. 

Fraser Institute ha elaborado el indicador Tamaño del Estado (Size of Government), a través del consumo público, las transferencias y subvenciones, la inversión pública, el tipo impositivo marginal máximo y la propiedad estatal de activos. Los resultados de los países europeos relevantes (los de la OCDE), muestran que Suiza, un Estado federal, en el que el poder lo comparten la Confederación, los cantones y las comunas, es el que tiene una estructura pública de mayor tamaño (7,52 puntos). Le sigue Lituania (6,60), la República checa (6,29) y Estonia (6,29). Estos cuatro países son pequeños y tiene cierta lógica que puedan tener un Estado relativamente grande, porque no tienen capacidad de hacer grandes economías de escala. 

La sorpresa la da España, pues siendo el cuarto país con mayor población de la Unión Europea recibe una puntuación alta, de 6,22 puntos en el tamaño de su Estado. Las causas son las disfunciones del sistema autonómico. Conviene recordar que hubo Comunidades que prefirieron asumir competencias excesivas, muy caras de ejercer para una población escasa, en su afán de ostentar poder. Esos ridículos soberanismos de Reinos de Taifa son muy costosos. El país de menor tamaño de Estado, con 4,32 puntos, es Bélgica, a pesar de la duplicidad que exigen sus dos idiomas oficiales en la educación y en la Administración. Quedan también muy bien situados tres ricos países nórdicos: Suecia (4,43), Finlandia (4,71) y Noruega (4,72).

Si subimos el zoom y vemos la Unión Europea en un contexto global vemos que, aunque nos creemos una región muy relevante en el mundo, ya no es así. Hoy la hegemonía se la disputan Estados Unidos y China, porque la economía comunitaria sigue fragmentada. La UE agrupa bastantes países que por razones históricas resultarían hoy demasiado pequeñas para constituirse como Estados modernos competitivos. El único modo de que la Unión Europea pueda tener más auctoritas en el mundo es consiguiendo una integración más sinérgica de las naciones que la componen, que potencie las actuales ventajas de estar más que juntos cohesionados. Hay excesivo nacionalismo reivindicativo que hoy no tiene el sentido que pudo tener en el siglo XIX pero no en el XXI. 

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