Ranking: Coste de electricidad
5 de diciembre de 2022

Echar toda la culpa a Rusia del brusco ascenso de la energía, sin compartirla con la insensatez europea, es faltar a la verdad. La mayor responsabilidad de la vulnerabilidad energética europea se debe atribuir a nuestros políticos.

El choque con Argelia es el error que más ha penalizado la factura en España.

Cualquier mandatario prudente diversifica el aprovisionamiento de sus fuentes de energía, lo que le lleva a no depender de un país que no despierta confianza alguna. Angela Merkel, al fiarse de Vladimir Putin, tiene el triste mérito de haber sido a lo largo de dieciséis años una ilusa radical, cuyo buenismo permanente no sólo ha perjudicado a Alemania, sino a toda la Unión Europea. Tras el accidente de la obsoleta central nuclear de Fukushima, un lugar enclavado en una zona sísmica, la canciller germana actuó con manifiesta ingenuidad cuando decretó un precipitado apagón nuclear en Alemania. Es memorable su torpe populismo, al mostrarse como una ecologista radical, que apostaba por un inmaculado medio ambiente. Ahora, la necesidad imperiosa de evitar la paralización de la industria ha hecho virtuosa a la energía nuclear, razón por la han declarado “energía limpia”. Lo peor es que su sucesor en la cancillería, Olaf Scholz, va por el mismo camino, cuando va por libre y hace la corte al dictador chino. El canciller no valora que Xi Jinping, como Putin, tampoco es de fiar. Es una pena que no perciba que Europa es más fuerte si muestra una estrategia común frente al coloso asiático. El desafío de obtener una electricidad limpia no resulta fácil por la necesidad de mantener estable la potencia del suministro. De ahí, que se tenga que quemar gas y otros combustibles fósiles. Hoy el 58% de la electricidad europea ya procede de energías limpias (si incluimos en ellas el 23% de la generación nuclear); el 16% es de origen hidráulico; y el 14% de fuentes eólica y solar. El sector eléctrico europeo ha reducido en los últimos veinte años sus emisiones contaminantes del 23 al 11%, siendo Rusia, Alemania, Polonia, Italia y el Reino Unido, los responsables de dos tercios de los contaminantes del Viejo Continente.

El coste de la electricidad en la Unión Europea se ha disparado al reducir el gas importado de Rusia, pero los precios son muy distintos en los países. El importe del megavatio hora más caro, 232,16 euros, lo paga Grecia, seguido de Italia (211,26 €) y Rumanía (206,01 €). Donde la electricidad es más barata es en Suecia (67,95 €), seguida de Finlandia (113,21 €), y España Portugal (ambos países con 127,22 €). Para conocer el esfuerzo que suponen los diferentes precios hay que tener en cuenta la enorme dispersión de los salarios. El país donde la proporción del precio del MVh frente a la nómina resulta mayor es Bulgaria, seguido de Rumania y Hungría. Por el contrario, Suecia es la nación en la que esa relación es menor, seguido de Dinamarca, Finlandia, Luxemburgo y Alemania. El error que más ha perjudicado a la crisis energética que vive España es su apoyo al líder del Frente Polisario, Brahim Gali. Su consecuencia fue la suspensión del Tratado de Amistad entre el gobierno de Argelia y el de España. Si hubiera habido más discreción y que el tratamiento médico se hubiera hecho en un tercer país, España habría tenido más gas argelino y a mejor precio, lo que habría bajado el coste del MVh en las centrales eléctricas de ciclo combinado. El problema de las torpezas de un Gobierno es que las pérdidas multimillonarias que acarrean no lo pagan los ministros, sino entre todos los ciudadanos.

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