Presidente Trump, el libre comercio es el camino
25 de julio de 2019

El pasado 28 de junio, la Unión Europea y el Mercosur alcanzaron un Tratado de Libre Comercio. Se considera un “momento histórico”, ya que los dos bloques comerciales representan casi un 25% de la economía mundial. La fecha coincide con el vigésimo aniversario del comienzo de las negociaciones entre ambos, por lo que los festejos pueden interpretarse como una fiesta de cumpleaños. Pero no es tanto el día exacto, sino el momento, lo más trascendente, ya que se ha firmado en el contexto de una de las cumbres más tensas del G20 desde la recesión de 2008.

En medio de la incertidumbre por la guerra comercial de China y EEUU, que estaba “contribuyendo a la desaceleración de la economía mundial”, y las amenazas de impuestos de 100.000 millones de dólares vía Twitter, la jugada UE-Mercosur fue astuta, cuando no brillante. La mañana comenzó como de costumbre, con Trump criticando a todos sus socios, mandando sentar a Sánchez, e Ivanka revoloteando inexplicablemente. Pero, ya por la tarde, el mundo no hablaba de otra cosa que de la UE y el Mercosur. En Osaka, los líderes de nueve naciones y el presidente de la UE se felicitaban entre ellos, y recibían los parabienes de los restantes miembros del exclusivo círculo de poder que mueve los hilos del mundo. La tensión se rompió – al menos por un rato –, ya que había razones de sobra: celebrar un acuerdo de libre comercio que derriba las fronteras arancelarias entre 32 Estados y 800 millones de personas.  

Todo esto ocurrió ante las narices del que debería llevar la gorra de Leader of the Free World, pero que, en cambio, luce la de Make America Great Again. Probablemente, no estaba contento de quedar fuera de los festejos. Pero si el presidente de Estados Unidos no reclama ese papel, alguien debe desempeñarlo en su lugar. Algunos se lo habían atribuido hacía años a Angela Merkel, quien aunque el día 27 tembló, al siguiente lo ejerció. Los medios auguran su inminente retirada, pero resulta dudoso que la mujer más poderosa del mundo desde hace más de doce años planee ser recordada por unas convulsiones.


De resolverse todo de manera favorable, un cuarto del comercio mundial estará demoliendo sus fronteras y creando prosperidad


Este acuerdo, que aún tendrá que pasar por los parlamentos de ambos bloques, constituye un auténtico magnum opus de diplomacia internacional. La foto del anuncio en el G20 lo ratificaba: la canciller en el medio, rodeada por una España sin gobierno, una Francia con dudas, una Italia populista, un Reino Unido incómodo, y Donald, pero el Tusk. Procedentes del otro lado del Atlántico, la acompañaban dos buenos amigos del magnate estadounidense, Jair Bolsonaro y Mauricio Macri. El argentino calificó el tratado como el más importante de nuestra historia, con una pasión que superaba la del propio Trump. Pero fue el brasileño el que, con su sola presencia, envió el mensaje más fuerte. El llamado “Trump Brasilero” celebró, como si del día de su victoria electoral se tratase, un acuerdo de libre comercio. La economía de Brasil sigue inmersa en dificultades, y quien comenzó su mandato diciendo que el Mercosur no constituía una prioridad ha acabado admitiendo que el camino no es otro que liberalizar el comercio.

Eso, un pacto de libre comercio, logró unir a todos estos socios improbables. Aplaudido por lo más alto del mundo, se trata de un reconocimiento de que, aunque nada resulta perfecto, el libre comercio, mástil de la economía liberal internacional, es el rumbo por el cual los Estados se desarrollan y progresan. De resolverse todo de manera favorable, un cuarto del comercio mundial estará demoliendo sus fronteras y creando prosperidad. Un ejemplo a seguir, el de dejar de lado las infinitas diferencias que todos los países tienen, para consensuar aquello que llevará al crecimiento económico y, en consecuencia, a una mayor libertad.   Quizás, toda la puesta en escena suene un poco a teoría conspiratoria, pero los eventos del día siguiente podrían confirmar la recepción del mensaje, o, incluso, de una orden. Así, el 29 de junio, Trump anunció una tregua en la guerra comercial, y reanudó las negociaciones comerciales con China.

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