Portugal, marketing o milagro
7 de octubre de 2019

Hasta hace poco tiempo los milagros eran exclusivamente religiosos, pero si hoy en día escuchamos hablar de ellos es en materia económica. Ocurrió con España, un país en cenizas que resucitó con un fuego fulgurante, y también con Portugal, que en 2011 se encontraba agonizando y ahora es la envidia de Europa porque, cuando todos sufren estancamiento, crecen por encima de la media. No obstante, los milagros no existen, son producto del esfuerzo, el sacrificio y el trabajo bien hecho, por mucho que suene a mensaje de libro de autoayuda. En Portugal, el artífice ha sido el Gobierno de António Costa, primer ministro de la nación desde noviembre de 2015, y que en las elecciones de hoy, previsiblemente, revalidará su cargo salvo gran sorpresa.

Los buenos datos económicos son el argumento para creer fielmente en la nueva victoria de Costa. El empleo ha pasado del 16,7% en junio de 2013 al 6,7% en el mismo mes de 2019. Ha rebajado el déficit desde un -7,2% en 2014 a un -0,5% el año pasado. Recibió una deuda pública en el 130% del PIB y la ha reducido alrededor del 120%.

Todos esos logros los ha conseguido renunciando a parte de la etiqueta «socialista» de su partido. Pues si bien ha emprendido políticas propias de la izquierda como subir el salario mínimo de 500 a 600 euros a partir del pasado 1 de enero, por otro lado ha aplicado una dura austeridad ligada a la derecha como reducir el gasto público, que en 2014 fue del 51,8% del PIB y en 2018 fue del 44%, según datos de Eurostat.

FISCALIDAD: En el mismo sentido, se ha aplicado una dura disciplina tributaria para incrementar los ingresos. El Economista jefe para España de BBVA Research, Miguel Cardoso, resalta que hay «un primer periodo (entre 2011 y 2014 con la «troika» dominando la economía del país) en el que se tuvieron que hacer recortes y subidas de impuestos realmente fuertes para devolver la credibilidad de las finanzas públicas , y a partir de 2015 (año en el que Costa llega al gobierno) la mayor parte de estas ganancias se han dedicado a reducir el déficit y la deuda». En definitiva, añade, «el esfuerzo fiscal ha sido mucho más importante que en España».

INVERSIONES Y FORTUNAS: Así que no todas las modificaciones salvadoras en la hacienda pública llevan la firma de Costa, igual que otras políticas que han contribuido al buen comportamiento de la economía portuguesa. Como la concesión de la «Golden Visa» a extracomunitarios que creen decenas de puestos de trabajo o compren inmuebles por más de medio millón de euros (lo cual se aprobó en 2012) o las rebajas fiscales a las fortunas extranjeras que justifiquen una residencia no habitual en el territorio (que entró en vigor en 2009).

Eso sí, antes los inversores ni las fortunas encontraban seguridad jurídica por la mala situación financiera del país, por lo que no ha sido hasta estos últimos años cuando estas medidas han empezado a dar verdaderos resultados y han logrado que el crecimiento portugués se base «en gran parte en haberse convertido en polo de atracción de inversiones y de jubilados de alta capacidad adquisitiva, con lo cual son vectores de crecimiento más allá de lo que suceda en la próxima crisis», admite el investigador principal del «think tank» Civismo, Javier Santacruz.

TURISMO E INMOBILIARIO: Además, hay dos sectores que han ganado peso en el crecimiento del PIB y han sido decisivos para el crecimiento, el turismo y el inmobiliario. En cuanto al primero, el número de visitantes ha pasado de los 23,8 millones en 2016 a los 25 millones en 2018. Gracias a lo que esta industria ha aumentado un 9,6% sus ingresos en el último año, hasta los 16.600 millones de euros.

Portugal, señala Javier Santacruz, «necesitaba engancharse de una ventaja competitiva como es el turismo a un coste más bajo y con niveles de calidad homologables a los de España o a los de los demás países del sur de Europa». Y que se haya convertido en atractivo para el resto del mundo «ha empujado la demanda de vivienda», detalla el experto. De esta manera, se ha dado alas a un sector inmobiliario que, además, se frota las manos con las cada vez más peticiones de «Golden Visa».

Por otra parte, «se ha aprobado el régimen de las SIGI (sociedades de inversión y gestión inmobiliaria) semejante al régimen español de las Socimi», indica el director de la Agencia para la Inversión y el Comercio Exterior de Portugal (AICEP) en España y consejero Económico y Comercial de la Embajada de Portugal, Luis Moura.

Quizá ya se haya percatado de que nuestro vecino se parece más a nosotros al hacer de estos dos sectores pilares de su economía, como ocurre en nuestro país. Portugal «está recorriendo un camino que España recorrió con anterioridad», apunta Santacruz. A lo largo del texto encontrará nuevas semejanzas.

EXPORTACIONES: Por ejemplo, la enorme relevancia que han tenido las exportaciones en la recuperación económica. Y, a día de hoy, ambos países peninsulares van de la mano firmando máximos históricos periodo tras periodo. Cardoso prevé que «incluso en el entorno de desaceleración, las ventas al extranjero sigan aumentando en Portugal» porque, entre otras razones, han sabido diversificar sus exportaciones para tener menos exposición a los riesgos en el comercio internacional. Es decir, no dependen demasiado de determinados productos o países que, de pronto, se puedan ver amenazados por las habituales subidas arancelarias. «Entre nuestras principales exportaciones están los componentes metal-mecánicos, máquinas, automóviles y componentes, productos químicos y farmacéuticos, pasta de papel, embalajes o el sector agroalimentario, reflejando una oferta diversificada», destaca Moura.

BCE: El renacer portugués no sólo se ha logrado por decisiones internas, también ha sido impulsado por la política monetaria del Banco Central Europeo. La secretaria general del Instituto de Estudios Económicos (IEE), Almudena Semur, apunta que «el mal llamado “milagro” portugués viene por las reformas efectuadas en los años más duros, por su política económica posterior, así como por la estrategia monetaria del BCE», que ha favorecido a los países periféricos como Portugal, España, Italia o Grecia, que aún siguen altamente endeudados.

Y es que mantener los tipos tan bajos supone que estas naciones no tengan que pagar casi intereses por sus deudas, de lo contrario, les saldría muy caro y seguramente la economía lusa no gozaría de tan buena salud. Por lo tanto, el reciente anuncio del BCE sobre su intención de mantener los tipos bajos o incluso reducirlos ha sido un verdadero alivio para el Gobierno.

TECNOLOGÍA: Si Antonio Costa puede presumir de un mérito que sea íntegramente de su gestión es el de convertir un país tan pequeño en un referente tecnológico. Basta decir que, desde 2016, se celebra en Lisboa Web Summit, el principal congreso del sector a nivel global, en el que están presentes todas las empresas líderes (y dentro de un mes tendrá lugar la próxima edición). Y, aunque hemos dicho anteriormente, la educación en todos sus niveles deba mejorarse, la enseñanza superior está dando muy buenos resultados, sobre todo orientada a los estudios técnicos. «Es importante comentar que Portugal ha subido siete posiciones en el índice de competitividad mundial para el talento (posición 17º) y cuenta con universidades de ingeniería, tecnologías, ciencias y escuelas de negocio que, año tras año, suben en los rankings internacionales y se colocan como referentes», asegura Moura.

SALARIOS Y PRODUCTIVIDAD: No obstante, en Portugal no es oro todo lo que reluce. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) es el tercer país de la UE con menor salario medio, solo superado por Hungría y República Checa, y la media de la OCDE casi lo doblega. Los bajos sueldos son reflejo, confiesa Cardoso, «del nivel de productividad de los trabajadores», que es muy bajo. Mientras la media de la Unión Europea se sitúa en 30,42 euros por hora trabajada, en Portugal está en los 17,62.

Se ha reducido respecto a 2013, cuando era del 18,17. Corregir esta tendencia a la baja de la productividad es uno de los grandes retos que afronta Costa. El problema solo se resolverá, explica Cardoso, «con un mayor nivel de formación. El Gobierno ha realizado muchos esfuerzos, ha llevado a cabo una reforma educativa, pero mejorar la enseñanza repercutirá a medio y largo plazo y hay que preocuparse por el trabajador actual. En este caso falta mucho por hacer, como modernizar los sistemas públicos de empleo o rebajar la elevada temporalidad».

DEMOGRAFÍA: La productividad no sólo tiene que ver con la formación. La demografía es igualmente relevante porque una población más joven es más productiva. Y Portugal cuenta con una de las sociedades más envejecidas de Europa porque «tiene un problema parecido al de España, su baja tasa de natalidad». Pero en nuestros vecinos la preocupación se agudiza porque el país se está despoblando. En el año 2000, el crecimiento poblacional alcanzó su pico, 80.000 personas, pero desde entonces ese aumento se fue reduciendo hasta que en 2010 el número de ciudadanos empezó a decaer gravemente por la pésima situación económica en la que Portugal entró debido a la crisis. Y a pesar de la mejoría, casi una década después sigue perdiendo gente año tras año, una tendencia que Costa ha intentado revertir repatriando ciudadanos ofreciéndoles ventajas fiscales.

Javier Santacruz comenta que «la relación entre envejecimiento (mejor dicho, longevidad) y despoblación es muy negativa por lo que implica de cambio estructural en el modelo de estado de bienestar, comportamiento de la productividad y flexibilidad del mercado de trabajo».

AHORRO: Otra falla es el comportamiento del ahorro. «Es como el español, en tiempos de crecimiento las tasas de ahorro no superan cotas del 5% o 6 %, pero por el contrario en recesión pueden llegar a duplicarse o triplicarse», cuenta Semur. Por lo tanto, en la actual etapa de crecimiento se encuentra en niveles bajos, y los portugueses acuden al sistema bancario para financiar sus compras grandes como la de un coche, una vivienda, un electrodoméstico, o para la apertura de negocios. ¿Qué ocurre? Que el consumo es vulnerable a los que problemas que puedan surgir en el sistema bancario, algo que se teme en un entorno de tipos bajos porque la rentabilidad de las entidades está en mínimos.

Para colmo, Portugal tiene unas tasas de morosidad bastante altas si se comparan con los países de su entorno. Tanto que los créditos sin cobrar se sitúan sobre el 10%, según la OCDE. Así que los bancos corren mayor riesgo de lo normal de encontrarse sin suficiente liquidez porque no se les pagan las deudas. Sin embargo, por último Javier Santacruz prevé que la próxima legislatura volverá a ser plácida para Costa porque «todavía el desarrollo portugués está en un estadio temprano, con lo cual le queda todavía bastante margen de mejora». De hecho, Cardoso mantiene que, según las previsiones de BBVA Research, «el país seguirá creciendo por encima de la media europea y continuará reduciendo su ratio deuda/PIB».

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