Navarra se va parando
4 de febrero de 2019
Por admin

No soy catastrofista porque confío plenamente en el inmenso potencial que encierran las personas. Por muy mal que esté la sociedad y la economía, pueden recuperarse. Eso sí, siempre que los ciudadanos se atrevan a ejercer su libertad. El pasado martes sonaron las alarmas en nuestra tierra cuando el INE hizo público que Navarra era la única comunidad en la que, en 2018, creció el número de desempleados: 1.800 más. Este mal dato viene acompañado de otro peor. El total de personas sin trabajo es de 31.600, lo que supone un 5,9% más que los que había al cierre de 2017.

Existen un par de datos esenciales que todavía no ha proporcionado la Hacienda foral y que no deberían ocultarse si se quiere exhibir transparencia. Se trata de la estadística de entrada y salida de contribuyentes por tramos de renta y de la facturación del conjunto de empresas que vienen a Navarra y de las que se marchan. Somos muchos los que nos tememos que, a la chita callando, bastantes ciudadanos de rentas altas y compañías abandonen el infierno fiscal en que ha devenido Navarra, como único medio de proteger lo que les pertenece.

El Colegio de Registradores ha publicado estos días el número de constituciones de empresas en el cuarto trimestre. Nuestra Comunidad arroja las cifras absolutas más bajas de toda España (195), a excepción de La Rioja, algo lógico al ser su tamaño económico la mitad del nuestro.

Sin embargo, eso no resulta tan preocupante como la tendencia de descenso que está viviendo nuestra región. La economía se mueve siempre en función de las expectativas. Cuando son negativas, las compañías se marchan, la iniciativa de los emprendedores y de las pymes se paraliza, la inversión para crear grandes empresas se desplaza a otros sitios, y los sectores más sensibles al crecimiento sufren. Un buen ejemplo es la construcción. En el cuarto trimestre de 2018, el precio medio interanual de la vivienda en España ha aumentado un 5,8%, mientras que en Navarra lo han hecho un 1,4%. También la Comunidad foral es la segunda que más trabajadores de este sector ha perdido (-3,64%), y ocupa idéntico puesto respecto a la caída de los alquileres sobre máximos, según el último informe de Fotocasa (-35,2%).

Otro dato preocupante es la evolución del crecimiento del PIB navarro: en el primer y segundo trimestre ha ascendido a un 1%; en el tercero, a un 0,7%; y en el cuarto, a un 0,4%. Aunque, en 2018, nuestro territorio ha crecido más (3,2%) que España (2,5%), la deriva en declive a lo largo del año ha resultado peor que la de la media nacional, donde se ha cifrado en un 0,7% en el cuarto trimestre. Este descenso paulatino del PIB constituye un indicio de la atonía de la economía foral, agravada por un entorno exterior que continúa debilitándose. No olvidemos que Italia ha entrado en recesión y que, durante este último año, el PIB de Francia ha crecido sólo un 1,5% al igual que el de Alemania y el de Europa, un 1,8%. Esta perspectiva de caída de la demanda puede provocar una reducción de las exportaciones de vehículos, desplome que dañaría gravemente la economía foral.

La solución a este sombrío panorama pasa por que Navarra recupere su competitividad mediante unas políticas atractivas para invertir y emprender aquí. Si queremos progresar, conviene que nuestra fiscalidad sea más beneficiosa que la de la media española, que haya una mayor seguridad jurídica y que el nacionalismo radical deje de perjudicar, con sus sectarias políticas, a los que traen riqueza y empleo. Por último, hace falta mejorar nuestra imagen. Ver en las televisiones nacionales a los okupas del Palacio de Rozalejo, o leer que se ha dado una paliza a unos guardias civiles en Alsasua, no anima a invertir en Navarra, porque nadie acude donde hay violencia e inestabilidad.

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