¿Merece la pena trabajar más horas? El beneficio será para el Estado
20 de diciembre de 2016
Por admin

Los sistemas político económicos y sociales de perfil comunista están basados en una doctrina inmoral y contraria a la propiedad privada, la iniciativa individual, la libertad de expresión…

El comunismo, en aquellos países en los que se implanta -bien a través de un golpe de Estado, una revolución o, incluso, unas elecciones-, crea sociedades integradas por ciudadanos adoctrinados, desincentivados, alineados, privados de cualquier clase de libertad y, por supuesto, pobres de solemnidad.

Otra característica que define a los depravados países comunistas es la relativa a que están dotados de un macro Estado de «origen divino», en cuya Administración se posicionan laboralmente todos los amigos del régimen, a los que posteriormente el sistema les otorga múltiples e inmerecidos privilegios.

La élite comunista suele hacerse inmensamente rica una vez instalada en el poder mediante, por ejemplo y entre otras ilegalidades, multimillonarias comisiones derivadas de grandes contratos estatales. Mientras tanto, los ciudadanos que no trabajan para el Estado, que son la mayoría de la población, conviven con la miseria en un depauperado y casi inexistente sector privado.

Pero lo peor de todo es que en cualquier país comunista del mundo, un ciudadano que muestre la más mínima oposición al régimen acaba fusilado o, como mínimo, encarcelado en condiciones infrahumanas. Tras un gobierno comunista, no existe un país que no haya quedado arruinado a todos los niveles.

Para desgracia de Podemos, España todavía no ha llegado a convertirse al comunismo. No obstante y salvando las enormes distancias existentes, el actual retrato político económico y social de nuestro país muestra un cierto parecido con el modelo de gestión comunista.

Porque el degenerado sistema español sigue estando identificado por un capitalismo de Estado, una pseudodemocracia, una Justicia politizada, un corrupto Estado autonómico… Todo ello, ha convertido a España en un Estado del bienestar diseñado exclusivamente para beneficiar a la casta político sindical.

El salario del político y del autónomo

Tanto es así, que a nivel político cada vez se están promoviendo, por iniciativa de determinados lobbies, un mayor número de leyes liberticidas que están dejando indefensos a los ciudadanos frente a un Estado omnipotente.

En el plano social, la renovada lucha de clases, la ideología de género, el ‘guerracivilismo’ de la Memoria Histórica, el independentismo regional, la dictadura de lo políticamente correcto, etc., están provocando enfrentamientos en la sociedad española.

Y en materia económica, fiscal y laboral, continúa la operación de expolio a las pymes y los autónomos, que representan a la economía productiva en España, no permitiéndoles ni siquiera aplazar los pagos del IVA, incrementando los costes laborales, subiéndoles las cotizaciones a los autónomos societarios, etc.

Aunque, de modo contradictorio y paralelo, nuestros gobernantes tienen intención de subir los sueldos en la Administración, sin haber cumplido los objetivos de déficit durante los años precedentes y habiendo incrementado la deuda pública año tras año.

Para corroborar este parasitismo estatal, no hay más que comparar el salario medio de un autónomo (en torno a 40 ó 50 euros por encima del SMI, según datos de la Agencia Tributaria) con la media salarial de un político, que podría rondar los 4.000, 5.000 ó 6.000 euros al mes. Tanto en cuanto, los sueldos de los políticos los paga el sector privado, con permiso del BCE.

El beneficio de Hacienda

En este sentido, recordemos también que un estudio de Think Tank Civismo sobre fiscalidad del trabajo demostró, en virtud de estadísticas oficiales, que sumando todos los impuestos el Estado se queda el 77,4% del salario de cada trabajador.

En otras palabras, cualquier ciudadano medio español se queda prácticamente en la subsistencia económica después de pagar la Seguridad Social, el IRPF, el IBI, el impuesto de circulación y los impuestos relativos al agua, luz, gas, teléfono, gasoil, ITV, ropa, alimentos, ocio, bebidas alcohólicas, bebidas azucaradas, mobiliario, transporte, hoteles, cafés, restaurantes, etc.

Trabajar para el Estado

Aunque todo tiene un límite. Porque la última y confiscatoria subida de impuestos por parte del Gobierno (que ha contado con el beneplácito de la oposición) provocará que multitud de autónomos, emprendedores, profesionales liberales, pequeños empresarios, etc., aplacen o anulen proyectos empresariales, inversiones, contrataciones de personal, etc.

Debido a que estos profesionales dosificarán su ambición empresarial, ajustando a la baja sus objetivos de negocio para ?pensar en pequeño?. Es decir, proyectarán planes de negocio cuya facturación no supere una determinada barrera fiscal al objeto de no trabajar en balde para el Estado, sus políticos innecesarios (la mayor parte de ellos sobra) y su legión de enchufados.

Además, los trabajadores por cuenta propia menos afortunados tendrán que bucear en la economía sumergida, en la que permanecerán mientras dure este atraco impositivo, puesto que no les quedará otra alternativa para poder sobrevivir.

El problema de todo ello es que tal planteamiento empresarial y vital, tan comprensible como lógico, puede conducir a España, un país sumido actualmente en la mediocridad, al casi tercermundismo en un corto espacio de tiempo.

Nuestra gran nación está acercándose al comunismo poco a poco y de forma peligrosa. Y los españoles de bien tienen la obligación moral de reaccionar…

 

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