Los expertos advierten sobre las numerosas fragilidades que afronta la economía española
29 de noviembre de 2020

Los indicadores económicos que se han ido publicando a lo largo de estas semanas, siguen arrojando un comportamiento bastante peculiar de la economía española, al menos en su contraste con otras economías homólogas del bloque comunitario.

Atendiendo a los últimos sucesos que se han ido dando en el país, la incidencia del virus en la sociedad está provocando nuevos deterioros en nuestra economía. Una economía que, dicho sea de paso y atendiendo a las declaraciones que hacía la Organización para la Cooperación y  Desarrollo Económico (OCDE) hace meses, se mostraba como la economía -de darse nuevos rebrotes- con mayor capacidad de deterioro del conjunto de economías que integran dicho organismo.

Asimismo, el indicador compuesto de la entidad, lleva arrojando más sombras que luces sobre la economía española desde hace meses. De acuerdo con el indicador económico, que baila al son de los contagios en el país, la economía española presenta un claro descuelgue en su economía.

El indicador, que trata de adelantarse al ciclo y reproducir puntos de inflexión en la economía, reflejan una mayor contracción de la economía española, al caer a su nivel más bajo el mes pasado, siendo la peor posicionada, junto a la economía de Israel, en lo que lo que ofrece el indicador se refiere.

Esto mismo lo comentaba esta semana la Fundación de Cajas de Ahorro, más conocida por su acrónimo Funcas. De acuerdo con el Think Tank económico, la economía española prevé contraerse más de lo esperado durante el cuarto trimestre del año.

Las restricciones impuestas por el Gobierno en un escenario en el que los rebrotes forman parte de la nueva normalidad -con la consecuente paralización forzosa de parte de la actividad económica en el país-  motivan dicha caída, impulsada principalmente por un sector servicios que, representando cerca del 70% del PIB en nuestro país, sigue sin poder operar a pleno rendimiento.

Y es que, como ya avisó el propio Fondo Monetario Internacional (FMI), la economía española, así como otra serie de economías, no estaban exentas de un mayor deterioro futuro. Los riesgos que acechan en el horizonte, teniendo en cuenta que las previsiones se hacen sobre unas variables difícilmente predecibles en su análisis, nos dejan la posibilidad de que se den desvíos que puedan cambiar el rumbo del que previamente se esperaba.

Pues, atendiendo a los precedentes en meses anteriores, la previsión del propio organismo multilateral a principios de enero preveía una disipación de la pandemia durante el segundo semestre del año; situación que, como nos muestran los datos, no se ha cumplido.

Por esta razón, el Banco de España, en sus últimas declaraciones sobre la valoración del proyecto presupuestario del Gobierno de España, avisó de esto mismo que comenta el FMI, así como lo comentado en numerosas ocasiones por la Fundación Civismo.

El organismo supervisor versaba sobre un posible cuadro macroeconómico desfasado que podría llevarnos a caer en una autocomplacencia injustificada. Unas declaraciones que, en consideración de la Fundación Civismo, muestran que el deterioro de la economía española no se encuentra limitado, a la vez que resaltan el error que no deja de cometer España en esta crisis, situándose siempre en el escenario más optimista.

En adición a lo comentado, el Banco Mundial tampoco dejó pasar la oportunidad de pronunciarse para valorar la escasa resiliencia de la economía española en esta crisis, especialmente cuando se observa un claro descuelgue en la recuperación de la economía española, en el contraste con otras economías.

En este sentido, el organismo multilateral avisaba sobre esa necesidad que presentaba España de controlar la incidencia del virus, teniendo en cuenta su estructura económica, así como la elevada dependencia que, junto a México, presentan determinados países como España del sector turístico. Así pues, los avisos del mundo económico son bastante claros: España debe actuar y pero debe hacerlo ya.

La situación que se muestra es bastante delicada, teniendo en cuenta una debilidad de la demanda que no deja de intensificarse, una destrucción de capacidad productiva que, atendiendo a los informes del Banco de España, nos muestran la quiebra técnica del 30% de las empresas en el país; una destrucción de empleo bastante acusada, así como un fondo de maniobra que nos impide aplicar estímulos al mismo nivel que lo hacen nuestros socios europeos.

Por este motivo, Bruselas también ha sido bastante claro con el país peninsular. En esta línea, la llegada de fondos no llegará con cualquier proyecto presupuestario, sino que llegará cuando estos presenten el rigor requerido por el resto de socios.

Unas exigencias que, atendiendo a la propuesta planteada, así como la negativa de determinadas formaciones a retomar las negociaciones con el gobierno sobre los presupuestos, podrían no cumplirse, condenando a los españoles con una nueva bala perdida a favor del interés político.

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