Los desplantes británicos
27 de mayo de 2015
Por admin

Hay que frotarse los ojos al leer ciertas noticias. Cameron, azuzado por los miembros de su partido a los que hastía la unión con Europa, va a convocar su referéndum europeo y, pásmate macho, va a permitir que voten en él los habitantes de la Commonwealth residentes en Gran Bretaña pero no los ciudadanos de otros países europeos integrantes de la Unión. Es decir, un indio con cuatro años de residencia en Londres vota, un español o un belga que lleve ocho no vota.

La razón evidente es que cualquier europeo pondría el sí de la permanencia en su papeleta y el indio, el paquistaní o el sudafricano tal vez no. Esta es la última machada de Cameron y habrá más.

Londres siempre ha jugado a ser europeo y a no serlo. Hace 300 años el país ya se dividía sobre el asunto, los conservadores preferían permanecer distantes y los whigs abogaban por involucrarse en los temas del continente. Churchill, salido de la luna de miel americano-británica de la II guerra Mundial, manifestaba que siempre preferiría a sus parientes del otro lado del Atlántico si tuviese que escoger entre ellos y los europeos; cuando se creó el Mercado Común los británicos remolonearon antes de unirse a la media docena de países fundadores. Cuando dijeron años más tarde que sí, que querían entrar, de Gaulle les dijo que no, que ahora tenían que esperar. Ingresaron posteriormente pero siempre quieren tener un pie fuera.

Los votantes británicos parece que serían levemente, muy levemente, propensos a quedarse. Con todo, Cameron teme la rebelión de un buen puñado de los diputados de su partido (¿sesenta de trescientos y pico?) y debe pensar que los referenda los carga el diablo. Esta semana inicia su ofensiva con los 28 países europeos, uno por uno. En Bruselas, como él mismo ha confesado, no fue recibido precisamente “con un montón de amor”, las escalas siguientes son París, Alemania etc… Que la Merkel, quizás más anglófila que francófila, mostrara comprensión por alguna de las exigencias de Cameron (no conceder beneficios sociales a los emigrantes europeos hasta pasados unos años, menos poder de Bruselas etc…) facilitaría su tarea, la posición germana es clave en cualquier tema.
Sin embargo, la pretensión británica de estar en Europa prácticamente a la carta irrita cada vez más a sus socios. En Francia, Sarkozy y Rocard ya han dado a entender que deberían marcharse.

Esta semana pueden empezar a despejase, después del discurso de la Reina, las tres cuestiones centrales del referéndum: cuál es la pregunta, quién puede votar y cuándo se hará. El enfoque de cualquiera de las tres puede eventualmente inclinar la balanza. Hacerlo pronto en la estela del éxito electoral de los conservadores tendría algunas ventajas. Dejarlo para finales del 2017, otras: Gran Bretaña estaría presidiendo la Unión Europea y eso daría visibilidad a sus dirigentes.

Nueva sorpresa: a diferencia de Felipe González con la OTAN, Cameron no se ha definido exactamente sobre lo que aconsejará a sus compatriotas. Lo hará en función de lo que arranque de Bruselas.

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